Nivel 2 felicidad Archivos
La felicidad no depende de las emociones
No es prudente vivir la vida basando tu felicidad, tus reacciones, tu cosmovisión o tus relaciones con los demás en sentimientos. Las emociones son volubles. El apóstol Pablo escribió: «Vivimos por fe, no por vista»1. Aunque tu cuerpo se canse y tu espíritu desfallezca, puedes tener fe en Dios y saber que Él te ayudará a trascender más allá de lo que ves y sientes.
La fe en Dios es el fundamento que mantiene tu espíritu firme sin importar los obstáculos o dificultades que se presenten. Las emociones —los sentimientos, los estados de ánimo, la tristeza, el temor— te pueden afectar y, si no tienes cuidado, poco a poco te roban la alegría interna. Por eso es importante que tu fe esté afianzada y resguardada por tu creencia en Dios, en Su palabra y en la certeza de Su amor por ti.
Vas a afrontar dificultades, vivencias que te frustren, te causen tristeza, te rompan el corazón o que te pongan entre la espada y la pared. Es difícil trascender esos momentos y visualizar cómo te afectarán las dificultades. Si reaccionas ante los obstáculos de acuerdo a cómo te sientes, serás como un barco sacudido por aguas turbulentas. Cada ola (tus emociones) hará que tu barco (tu vida) se sacuda de un lado a otro.
Santiago 1:2–4 dice: «Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada»2.
Es posible que al principio no te sientas «muy dichoso» cuando tengas problemas. La dicha de la que habla ese versículo no es el sentimiento de euforia o alegría, sino un júbilo y una confianza que proviene de saber que Dios está presente y te cuida. Es una dicha que nos da la fe; «la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve»3.
La Palabra de Dios puede dar la confianza y la certeza que trasciende las emociones y los sentimientos. No debes vincular la fe con las emociones y los sentimientos, pues estos pueden ser volubles y poco fiables. Tu fe debe permanecer firme en Dios: en Su Palabra, en tu creencia en Su amor y su cuidado, y en las promesas que Él te ha hecho.
Puedes sentirte feliz porque el amor de Dios lo abarca todo. Su Palabra es un cimiento para mantenerte firme durante los momentos difíciles. No hay nada que te pueda separar del amor de Dios. No hay nada en el presente ni en el futuro, no hay poderes, ni lo alto ni lo profundo —nada en todo el mundo— que te pueda apartar del amor de Dios que se manifiesta en Jesús4.
La verdadera felicidad —la felicidad con cimientos en Dios y Su amor— puede ser un estado permanente, no meramente un sentimiento. Es posible que vivas momentos sombríos cuando te sientes apesadumbrado, pero al mismo tiempo, puedes conservar la alegría de conocer la felicidad que Jesús le brinda a Sus hijos por la fe, la salvación y las bendiciones que conllevan. La verdadera felicidad es la paz, la satisfacción y la alegría que permanecen.
«Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo.» (1 Pedro 1:6–7; NTV.)
Notas a pie de página:
1 2 Corintios 5:7 (NVI).
2 Santiago 1:2–4 (NVI).
3 Hebreos 11:1 (NVI).
4 V. Romanos 8:38–39.
Texto: Andrea Gianni. Ilustración: Jacob Cartoon. Diseño: Roy Evans.Publicado por Rincón de las maravillas. © Familia International, 2021.
¡Dar en el blanco!
Cuando te concentras en ayudar a los demás y hacerlos felices, abres la puerta para que ellos también te hagan feliz a ti. Hacer felices a los demás te alegrará.
A Dios le encanta cuando antepones Su felicidad y la de otros antes que la tuya propia, porque a Él le gusta encontrar maneras de devolverte dicha felicidad y darte los deseos de tu corazón1.
La clave de la felicidad: Jesús, los demás, luego tú. Pon primero a Jesús, seguido de las necesidades de los demás, y después fíjate en ti y en tus deseos. ¡Así es como darás en el blanco y conseguirás ser feliz!
Versículo de la Biblia:
«Den, y recibirán. Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio.» (Lucas 6:38, NTV.)
Nota a pie de página
1 Salmo 37:4
Basado en los escritos de María Fontaine. Ilustración: Evangeline. Diseño: Stefan Merour.Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2017
Sacudirse el bajón
¿Alguna vez has tenido un bajón? Un bajón es cuando te sientes infeliz por algo. Algunos sinónimos de «bajón» incluyen tristeza, mal humor o sentir autocompasión.
Hace poco me metí en uno de esos bajones y por alguna razón en esta oportunidad me costó mucho salir del bajón. Por esa época, llegó de visita una buena amiga. Me dijo que una amiga suya se había ganado un Mercedes-Benz en algún tipo de campaña.
Al principio me alegré. Pensé: «Estas cosas le ocurren a personas de mi entorno más grande, por así decirlo». La segunda reacción fue: «¿Y dónde está mi Mercedes-Benz?»
Me habría gustado que algo así me sucediera a mí. No tenía que ser necesariamente un auto; estaría agradecida de ganarme boletos para un crucero a algún lugar exótico. (¡Tampoco despreciaría un premio en efectivo!) Así que me puse a revisar con avidez mi correo electrónico. Pero lo único que encontré fue un aluvión de promociones queriéndome vender algo. En algún momento, entre revisar repetidamente mi buzón de entrada para ver si había ganado algún premio y mi decepción por no recibir nada, me puse a pensar que yo merecía mucha más felicidad de la que, según mis cálculos, estaba recibiendo en la actualidad.
El momento en que se me prendió el foco llegó mientras escuchaba una charla dada por Joyce Meyer. En su conferencia, dijo: «Dejen de endosarles a los demás la responsabilidad de hacerlos (a ustedes) felices. Mi vida cambió de manera espectacular cuando paré de pasarles a los demás esa la responsabilidad. Decidí simplemente que iba a ser feliz. Hago muchas cosas por otras personas. Me encanta dar; es una de las cosas que más me gusta hacer. Sin embargo, descubrí que estaba empezando a sentir resentimiento y amargura, pensando: “Bueno, ¿y yo qué?” Lo decía tan seguido que apuesto a que Dios diría: “¡Uy, no, otra vez no! ¡Por favor, basta ya de eso!” Hoy estamos acabando con las excusas. Si tienes una necesidad y nadie te la provee, entonces provéetela tú mismo»1.
Empecé a salir del bajón justo después de escuchar esa charla, pero todavía suponía un proceso y en el camino me encontré con unos cuantos pensamientos sencillos. Estas fueron preguntas que me hice e ideas para la acción que me ayudaron, las cuales también los pueden ayudar a ustedes si atraviesan una situación similar:
- Pregúntate: ¿Qué puedo aprender del día de hoy? ¿Qué puedo aprender de este momento? Muchas veces me veo absorbida en cosas que espero con ilusión y me impaciento cuando no ocurren tan rápido como me gustaría. Concentrarse en el presente, en lo que uno hace hoy y en lo nuevo que se esté aprendiendo, puede ayudar a superar esos momentos en que sientes que te estás pasando la vida esperando a que llegue lo emocionante.
- Introduce algo nuevo en tu día. No tiene que ser algo monumental. Prueba un nuevo sabor de helado, haz una mezcla de tu lista de canciones, saca un libro nuevo de la biblioteca. Haz algo nuevo. Es fácil caer en la rutina de cómo uno se ve a sí mismo, en lo que nos gusta y en lo que no nos gusta, y hasta en lo que uno piensa que es capaz de hacer. Yo soy así muchas veces, pero de vez en cuando siento el impulso de hacer algo nuevo, lo que sea. Y normalmente me sorprendo viendo que he descubierto algo nuevo que me gusta o que puedo hacer bien algo fuera de lo común. Ventaja adicional: Te sentirás un poco más animado que cuando empezaste el día.
- Sal afuera. Haz ejercicio. Cuídate. El ejercicio es algo que te proveen tu escuela y tus padres, pero también depende de ti tomar decisiones saludables. Tienes que obligar a tu cuerpo a hacer ejercicio a diario, tomar decisiones saludables referente a lo que comes, asegurarte de irte a dormir a la hora para que tu cuerpo obtenga suficiente descanso.
- Ora por otros. Estira tu corazón. Cuando pienso y oro por amigos y familiares, no paso ese tiempo preocupándome por mí misma. La bendición de hacer esto es doble: Yo envío bendiciones a otros y me estreso menos.
- Sé agradecido. Compartiré cómo encajo la gratitud en mi día. Hago trabajo de escritorio casi todos los días y en la pared que hay enfrente de mi escritorio he instalado una repisa para fotos y adornitos. Allí pongo cosas que son importantes para mí, que llenan mi corazón de sentimientos cálidos: la foto de un sobrino, un retrato familiar, un boleto de las vacaciones, postales de amigos, trabajitos manuales hechos por algún niño. Se ha convertido en mi pared de la gratitud. Encuentra una manera para que ser agradecido te resulte fácil, bello y a la mano.
También me di cuenta de que decir que estaba bajoneada o siquiera hablar de estar de bajón no ayudaba a sanarme; no me motivaba ni avanzaba. Tomar la decisión de querer avanzar porque ya me había cansado de estar en esa lamentable condición es lo que me ayudó a salir de la depresión.
Nota a pie de página:
1 Joyce Meyer, How to Take Care of Yourself (Cómo cuidarse a uno mismo).
Texto: T.M., adaptado. Publicado por primera vez en Solo1cosa. Ilustración: Jeremy. Diseño: Jeremy.Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2017
Basa tu felicidad en lo perdurable
Cuando tu felicidad se basa en una persona, un lugar o en cierta cosa, descubrirás que tu felicidad oscilará, arriba y abajo, y así sucesivamente.
Por ejemplo, si piensas que lo que te hace feliz es pasar tiempo con tu mejor amigo, o si solo te gusta tener tu habitación de cierta forma, o si solo quieres usar tus zapatos favoritos, después cuando ocurre algo que cambia las cosas, fácilmente te sentirás disgustado.
Si tu felicidad depende de ciertas personas o cosas, cuando las personas se muden a otro lugar y las cosas cambien te sentirás inseguro. Pero si basas tu felicidad en las cosas que siempre puedes tener contigo, entonces tu felicidad será constante.
La Biblia dice: «Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra» (Colosenses 3:2; NTV). Eso significa que preparas tu corazón para confiar en Dios, de manera que cuando las cosas cambian, sabes que Dios conoce lo que más te conviene. Y si ya no estás con una persona o no tienes algo de lo que disfrutas mucho, puedes confiar en que el Señor te ayudará a ser feliz igualmente.
Quizás tu mejor amigo se muda a otro colegio o ciudad, pero como te concentras en buscar a Dios para que te brinde felicidad, aunque eches de menos a tu amigo, encontrarás una nueva amistad. O si se te quedan pequeños tus zapatos favoritos, como no dependes de ellos, encontrarás otro par de zapatos que sean igual de cómodos y que combinan aún mejor con tu vestuario que los anteriores.
La próxima vez que pienses que algo te hará infeliz, pregúntate si tu afecto está en Dios y Su maravilloso cuidado, o en las cosas de este mundo.
Texto: Nia Russell. Ilustración: Tana. Diseño: Stefan Merour.Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2017
Contentamiento al decir «sí»
Contributed by My Wonder Studio staff. Illustrations by Jeremy. Design by Stefan Merour.
Copyright © 2015 by The Family International