Rincón de las maravillas
Sacudirse el bajón
viernes, septiembre 22, 2017

¿Alguna vez has tenido un bajón? Un bajón es cuando te sientes infeliz por algo. Algunos sinónimos de «bajón» incluyen tristeza, mal humor o sentir autocompasión.

Hace poco me metí en uno de esos bajones y por alguna razón en esta oportunidad me costó mucho salir del bajón. Por esa época, llegó de visita una buena amiga. Me dijo que una amiga suya se había ganado un Mercedes-Benz en algún tipo de campaña.

Al principio me alegré. Pensé: «Estas cosas le ocurren a personas de mi entorno más grande, por así decirlo». La segunda reacción fue: «¿Y dónde está mi Mercedes-Benz?»

Me habría gustado que algo así me sucediera a mí. No tenía que ser necesariamente un auto; estaría agradecida de ganarme boletos para un crucero a algún lugar exótico. (¡Tampoco despreciaría un premio en efectivo!) Así que me puse a revisar con avidez mi correo electrónico. Pero lo único que encontré fue un aluvión de promociones queriéndome vender algo. En algún momento, entre revisar repetidamente mi buzón de entrada para ver si había ganado algún premio y mi decepción por no recibir nada, me puse a pensar que yo merecía mucha más felicidad de la que, según mis cálculos, estaba recibiendo en la actualidad.

El momento en que se me prendió el foco llegó mientras escuchaba una charla dada por Joyce Meyer. En su conferencia, dijo: «Dejen de endosarles a los demás la responsabilidad de hacerlos (a ustedes) felices. Mi vida cambió de manera espectacular cuando paré de pasarles a los demás esa la responsabilidad. Decidí simplemente que iba a ser feliz. Hago muchas cosas por otras personas. Me encanta dar; es una de las cosas que más me gusta hacer. Sin embargo, descubrí que estaba empezando a sentir resentimiento y amargura, pensando: “Bueno, ¿y yo qué?” Lo decía tan seguido que apuesto a que Dios diría: “¡Uy, no, otra vez no! ¡Por favor, basta ya de eso!” Hoy estamos acabando con las excusas. Si tienes una necesidad y nadie te la provee, entonces provéetela tú mismo»1.

Empecé a salir del bajón justo después de escuchar esa charla, pero todavía suponía un proceso y en el camino me encontré con unos cuantos pensamientos sencillos. Estas fueron preguntas que me hice e ideas para la acción que me ayudaron, las cuales también los pueden ayudar a ustedes si atraviesan una situación similar:

  • Pregúntate: ¿Qué puedo aprender del día de hoy? ¿Qué puedo aprender de este momento? Muchas veces me veo absorbida en cosas que espero con ilusión y me impaciento cuando no ocurren tan rápido como me gustaría. Concentrarse en el presente, en lo que uno hace hoy y en lo nuevo que se esté aprendiendo, puede ayudar a superar esos momentos en que sientes que te estás pasando la vida esperando a que llegue lo emocionante.
  • Introduce algo nuevo en tu día. No tiene que ser algo monumental. Prueba un nuevo sabor de helado, haz una mezcla de tu lista de canciones, saca un libro nuevo de la biblioteca. Haz algo nuevo. Es fácil caer en la rutina de cómo uno se ve a sí mismo, en lo que nos gusta y en lo que no nos gusta, y hasta en lo que uno piensa que es capaz de hacer. Yo soy así muchas veces, pero de vez en cuando siento el impulso de hacer algo nuevo, lo que sea. Y normalmente me sorprendo viendo que he descubierto algo nuevo que me gusta o que puedo hacer bien algo fuera de lo común. Ventaja adicional: Te sentirás un poco más animado que cuando empezaste el día.
  • Sal afuera. Haz ejercicio. Cuídate. El ejercicio es algo que te proveen tu escuela y tus padres, pero también depende de ti tomar decisiones saludables. Tienes que obligar a tu cuerpo a hacer ejercicio a diario, tomar decisiones saludables referente a lo que comes, asegurarte de irte a dormir a la hora para que tu cuerpo obtenga suficiente descanso.
  • Ora por otros. Estira tu corazón. Cuando pienso y oro por amigos y familiares, no paso ese tiempo preocupándome por mí misma. La bendición de hacer esto es doble: Yo envío bendiciones a otros y me estreso menos.
  • Sé agradecido. Compartiré cómo encajo la gratitud en mi día. Hago trabajo de escritorio casi todos los días y en la pared que hay enfrente de mi escritorio he instalado una repisa para fotos y adornitos. Allí pongo cosas que son importantes para mí, que llenan mi corazón de sentimientos cálidos: la foto de un sobrino, un retrato familiar, un boleto de las vacaciones, postales de amigos, trabajitos manuales hechos por algún niño. Se ha convertido en mi pared de la gratitud. Encuentra una manera para que ser agradecido te resulte fácil, bello y a la mano.

También me di cuenta de que decir que estaba bajoneada o siquiera hablar de estar de bajón no ayudaba a sanarme; no me motivaba ni avanzaba. Tomar la decisión de querer avanzar porque ya me había cansado de estar en esa lamentable condición es lo que me ayudó a salir de la depresión.


Nota a pie de página:

1 Joyce Meyer, How to Take Care of Yourself (Cómo cuidarse a uno mismo).

Texto: T.M., adaptado. Publicado por primera vez en Solo1cosa. Ilustración: Jeremy. Diseño: Jeremy.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2017
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Etiquetas: responsabilidad, valores, felicidad