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Cuentos del abuelito: Tesoros del mar: Amistad en Navidad

MP3: Cuentos del abuelito: Tesoros del mar: Amistad en Navidad (Spanish)
MP3: Grandpa Jake’s Storybook: Ocean Treasures: Christmas Chums (English)
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Era Nochebuena. Tristán y Chantal estaban preparando tarjetas de Navidad para entregar a sus familiares y amigos.

—Tristán, necesito el lápiz azul —dijo su amiga.

—Yo también —contestó el niño.

—Pero no lo estás usando.

—Lo voy a usar.

La pequeña extendió la mano y tomó el lápiz.

—¡Devuélvemelo! —exigió Tristán enojado.

—Lo estoy usando —respondió Chantal—. Te lo doy cuando termine.

—¡Dámelo ahora!

Tristán le arrebató el lápiz a Chantal; pero como en ese momento ella estaba coloreando, sin querer hizo una raya en la tarjeta de su amiga.

—¡Mira lo que hiciste! —protestó ella echándose a llorar.

—¿Qué pasa? —preguntó el abuelo Diego.

—¡Tristán me ha arruinado la tarjeta! —exclamó la niña.

—Fue culpa de ella —replicó Tristán—. No hubiera debido quitarme el lápiz.

—Tengo una idea —dijo el anciano—. ¿Qué les parece si les cuento un incidente similar que ocurrió entre Augusto y Guido? Tal vez les sirva para entenderse mejor.

* * *

—Colguemos aquí estos adornos —propuso Gobi.

Él y don Ramón sostenían cada uno un extremo de un alga colorida.

—Camila, ¿cómo se ve? —pregunto el viejo pez globo.

—Está bien —contestó ella tristona.

—No te gusta, ¿eh? —le dijo Gobi preocupado.

—Ya he dicho que está bien —respondió ella.

—¿Te duele la cola? —le preguntó don Ramón.

—En realidad no... a menos que la mueva —explicó la sirena.

—Entonces, ¿qué te pasa?

Camila suspiró.

—Me gustaría no tener que estar en la cama. Quiero ayudar a poner adornos, quiero divertirme. Pero no puedo... por culpa de mi cola. ¡Qué rabia!

Camila se había lastimado dos días antes jugando en el banco de coral. Un pedazo grande de coral se le había caído en la cola y le había hecho una herida. La Navidad era una fiesta muy importante para ella, y tener que guardar cama con la cola lastimada no le parecía nada divertido. Sus amigos habían ido a animarla; pero aún estaba un poco alicaída.

De pronto se oyó un estruendo en el patio, seguido de gritos de enojo.

—¿Qué pasa? —preguntó Camila.

—Son Augusto y Guido —dijo Gobi.

—Parece que no se llevan muy bien —explicó don Ramón—. Enseguida vuelvo.

* * *

Guido y Augusto habían estado juntando conchas, trozos de coral y algas coloridas para decorar la habitación de Camila. El caballito de mar estaba impaciente por mostrarle a la sirena lo que habían encontrado. El cangrejo, por su parte, se sentía cada vez más irritado con su amigo.

—¡Mira lo que encontré! —anunció Augusto al acercarse a la casa de Camila.

Pero cuando se adelantó para enseñárselo, Guido le agarró la cola y lo derribó. Todo lo que llevaba se desparramó por el suelo.

—¡¡GUIDO!! —gritó Augusto—. ¡Mira lo que has hecho!

—¡Lo tienes bien merecido!

—¿Por qué me agarraste? —le preguntó Augusto muy enfadado.

—Estoy harto de oírte presumir —contestó Guido—. ¡Recuerda que esas cosas las reunimos juntos, no tú solo! Te has pasado toda la mañana hablando de lo que juntaste para Camila, sin tener en cuenta que también hay cosas que yo encontré.

—¡Mentira! —replicó el caballito de mar.

—¡Es la pura verdad! —insistió el cangrejo.

Entonces comenzaron a pelearse y a darse empujones.

—¡Guido! ¡Augusto! ¡Basta ya! —dijo firmemente don Ramón.

Augusto soltó a su amigo, pero siguió con mala cara. Guido cruzó sus pinzas y emitió un gruñido.

—Parece que hoy no se entienden bien —observó el pez globo.

—Es culpa de Guido —declaró Augusto.

—¡Mentira! —espetó Guido.

—No les pregunté de quién era la culpa —aclaró don Ramón—. De nada sirve discutir sobre lo que uno u otro ha hecho mal. Debemos resolver este conflicto sin pelear ni reñir. Pero para ello, los dos tienen que escucharse. ¿De acuerdo?

Ambos asintieron con la cabeza.

—Guido, ¿por qué no explicas tú primero qué fue lo que te molestó? —propuso don Ramón—. ¿Qué ocurrió?

—Augusto se ha pasado la mañana entera —comenzó a explicar el cangrejo— hablando de lo que iba a conseguir para Camila y diciendo que él iba a encontrar corales mucho más bonitos que yo. Al principio no me importó. Pero cada vez que yo estaba a punto de recoger algo, aparecía él y lo agarraba primero. Le pedí que no lo hiciera, pero no me hizo caso.

»Sé que no hubiera debido perder la calma —prosiguió diciendo—, pero es que estaba tan fastidiado que ya no sabía qué hacer».

—Ya veo —musitó el pez globo.

Luego se dirigió al caballito de mar.

—¿Te diste cuenta de que estabas haciendo que Guido se sintiera mal?

Augusto lo negó con la cabeza.

—Yo solo quería hacer algo lindo para Camila —explicó—. No era mi intención enojar a Guido... aunque por lo visto eso hice.

—¡Magnífico, entonces! —exclamó don Ramón.

Augusto y Guido lo miraron extrañados.

—¿Qué quiere decir? —preguntó el cangrejo.

—Bueno —expuso don Ramón—, ahora que los dos ya saben por qué el otro estaba enfadado, les resultará más fácil hacer las paces.

El caballito de mar suspiró.

—Guido, siento haberte molestado. No me di cuenta de que lo que hacía te fastidiaba tanto; de lo contrario, no lo habría hecho.

—Yo siento haberme enojado tanto contigo —reconoció Guido—. Perdóname, por favor.

—Por supuesto —contestó Augusto.

Los dos amigos le agradecieron al pez globo su intervención.

—Bueno, no hagamos esperar más a Camila —sugirió éste.

* * *

—¡Están de vuelta! —exclamó alegre la sirena.

—Guido y yo hemos encontrado un montón de adornos bonitos —anunció Augusto.

Echaron encima de la cama los corales, las conchas y las algas coloridas, y los cinco se pusieron a estudiar cada objeto para decidir en qué lugar de la habitación de Camila lo colocarían.

—Muchísimas gracias —dijo ella—. Tengo unos amigos maravillosos. A raíz de mi accidente, pensé que esta Navidad sería aburridísima. Sin embargo, gracias a ustedes lo estoy pasando estupendamente.

—Tú siempre nos has echado una mano cuando las cosas no nos iban muy bien —explicó Augusto.

—Feliz Navidad, Camila —le deseó el cangrejo—. Y Feliz Navidad a todos ustedes, mis amigos.

* * *

—No hubiera debido ser tan egoísta —reconoció Tristán—. En realidad no me hacía falta el lápiz en ese momento. Podía habértelo dejado.

—Tampoco estuvo bien que yo te lo quitara —admitió Chantal—. Habría podido pintar con otro hasta que tú terminaras. Lo siento.

—¿Se dan cuenta? —dijo el abuelo Diego—. Es posible encontrar una solución sin necesidad de enojarse y pelearse.

—¿Ahora podemos terminar las tarjetas? —preguntó su nieto.

—Por supuesto. La verdad es que están saliendo preciosas. A todos les encantarán.

Moraleja: Los problemas no se resuelven discutiendo y peleando, y de esa manera sólo nos enfadamos más unos con otros. Con amabilidad se obtienen mejores resultados.
Texto: Katiuscia Giusti. Ilustración: Agnes Lemaire. Color: Doug Calder. Diseño: Roy Evans.
Publicado en Rincón de las maravillas. © Aurora Production AG, Suiza, 2008. Todos los derechos reservados.

Cuentos del abuelito: Chiquisaurios: La peña navideña

MP3: Cuentos del Abuelito: Chiquisaurios: La peña navideña (Spanish)
MP3: Grandpa Jake’s Storybook: Dino Tales: The Christmas Chest (English)
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Era el primero de diciembre, por la tarde. Hacía frío, y fuera la nieve caía suavemente. Tristán y Damián estaban confeccionando un calendario consistente en una escena navideña rodeada de ventanitas, una para cada día de diciembre. Al abrir cada ventana aparecía la descripción de una pequeña actividad o pasatiempo.

A Damián le estaba costando preparar algunas partes del calendario. Su compañero lo observaba impaciente.

—Déjame que lo haga —le dijo.

Luego de unos minutos le insistió:

—¡Déjame hacerlo!

Eso se repitió varias veces. Pero Damián meneaba la cabeza y se empeñaba en seguir intentándolo.

Tristán terminó enojándose:

—¡No te está saliendo bien! —le reprochó—. Este calendario es mío. Quiero que me lo des, ¡ahora!

—Déjame terminar —contestó Damián.

—No. ¡Dámelo ya! No tenía que haberte invitado a ayudarme.

La discusión prosiguió, con los dos chicos cada vez más enfadados. Al poco rato estaban gritándose y diciéndose cosas feas.

—¡Chicos, basta! —dijo el abuelo Diego al entrar a la habitación—. Los oí pelearse cuando venía por el pasillo. Tienen que resolver sus diferencias con buenos modos. Discutiendo no se llega a ninguna parte. Solo conseguirán enojarse aún más.

Los niños se miraron con expresión triste.

—¿Conocen el cuento de La peña navideña? —les preguntó el anciano.

A ambos se les iluminó el rostro.

—No —respondieron al unísono—. ¿Nos lo cuentas?

—Sí. Creo que les vendrá bien.

* * *

Cada mes de diciembre, la mamá de Dina y Patricio sacaba el baúl de Navidad. Se trataba de una caja grande con tapa en la que iba juntando a lo largo del año diversas cosas que encontraba, para que con ellas sus hijos hicieran manualidades y adornos navideños. Este año la caja estaba excepcionalmente llena de todo tipo de objetos interesantes.

Los dos hermanos habían invitado a sus amigos. Cuando estuvieron todos, Patricio levantó la tapa. Enseguida Dina sacó un pedazo de cinta colorida.

—¡Qué bonita! —exclamó Pompita.

Todos se pusieron a revisar el contenido del baúl y a hablar de lo que iban a hacer con lo que encontraban.

—¡Miren esto! —anunció Yago señalando una gran caracola.

—¡Yo la vi primero! —dijo Conrado agarrándola.

—No es verdad —contestó Yago intentando quitársela.

Al poco rato los demás también estaban peleándose entre sí. Todos querían lo que tenían los otros.

—Este baúl es mío —explicó Patricio—, y si toman las cosas que yo quiero, no pueden estar aquí.

—También es mío —indicó Dina—. Es de los dos.

—No es justo —protestó Yago.

—No sean egoístas —les soltó Conrado.

La discusión no cesaba.

—¡Paren todos! —gritó Pompita.

Sus amigos se quedaron quietos y la miraron.

—En Navidad deberíamos hacer un esfuerzo por ser más considerados y amables —explicó Pompita.

—Tienes razón —reconoció Conrado—. Toma, Yago. Siento haberte quitado la caracola. Quédate con ella.

—Yo también lo siento —dijo Yago.

—Yo también —admitieron los demás.

—Tengo una idea —anunció Pompita—. Reunámoslo todo y preparemos juntos cosas bonitas para otras personas.

—Podemos decorar nuestra sala de clases y darles una sorpresa a los demás —propuso Yago.

—Y hacer una guirnalda para don Aniceto —mencionó Viviana.

—Y preparar adornos para el árbol de Navidad del salón de clases —sugirió Patricio.

—Y regalos para nuestros amigos —añadió Dina.

—Después podemos repartirlos con los carritos que tenemos Viviana y yo —dijo Conrado.

—Todas estas ideas son estupendas —comentó Pompita—, y si lo hacemos juntos no hay por qué discutir sobre si tal cosa es para uno o para otro.

Pompita consiguió lápiz y papel, y entre todos acordaron un plan.

Decidieron que Viviana y Patricio confeccionarían la guirnalda para don Aniceto, que Dina y Yago decorarían el salón de clases y que Conrado y Pompita se encargarían de los adornos para el árbol de Navidad de la escuela. Si terminaban eso y aún les quedaba tiempo, verían a quién más le harían regalos.

—Esta cadena de luces puede ser para el aula —dijo Yago.

—Es que teníamos pensado ponerlas en la guirnalda de don Aniceto —argumentó Patricio, extendiendo la mano para agarrarlas.

—Son demasiadas para la guirnalda —intervino Dina—. Quedarán mucho mejor en la clase.

—¡Dina...! —exclamó Patricio comenzando a enojarse.

Pero se quedó un momento callado.

—Uy, casi me enfado contigo otra vez; pero no quiero hacerlo. Tómalas tú. En realidad son muchas para la guirnalda. Busquemos otra cosa.

—Gracias, Patricio —dijo su hermana—. En la guirnalda puedes poner estas campanitas.

—¡Perfecto! —contestó Patricio—, mucho mejor que las luces.

En las semanas previas a la Navidad, la peña de amigos dedicó su tiempo libre a preparar regalos y adornos para sus familiares y compañeros.

Trabajaron ilusionados hasta hacer realidad todos sus planes, aprovechando hasta la última cosita que había en el baúl de Navidad.

Para repartir los regalos, los cargaron en los carritos de Viviana y Conrado. Sus compañeros y parientes se pusieron muy contentos cuando se los llevaron. Los seis amigos nunca lo habían pasado tan bien en Navidad. Todo porque pensaron más en los demás que en sí mismos.

* * *

—Abuelito, ¿por qué dicen siempre que en Navidad hay que ser generoso? —preguntó Tristán.

—¡Ajá! Buena pregunta —contestó su abuelo—. Es porque hace mucho tiempo, en Navidad, Dios nos hizo un regalo fabuloso. ¿Sabes cuál?

Tristán reflexionó un momento. Luego se le iluminó la cara.

—¡Jesús!

—Así es. Dios envió a Jesús a la Tierra pensando en cada uno de nosotros. Ese fue el regalo de Navidad que Dios nos hizo. Y cuando Jesús forma parte de nuestra vida, ¡nos sentimos mucho más felices y disfrutamos de más alegría!

—Pero ¿por qué hacemos regalos?

—Para hacer felices a los demás y demostrarles que los queremos y que pensamos en ellos.

—A mí me gusta hacer felices a las personas con detalles bonitos —dijo Tristán.

—Abuelo, ¡gracias por el cuento! Me gustó mucho.

—Me alegro —respondió el anciano.

Moraleja: Procuremos resolver con amor y consideración los desacuerdos que tengamos con los demás. Así nos llevaremos mejor con ellos y todos seremos más felices.
Texto: Katiuscia Giusti. Ilustración: Agnes Lemaire. Color: Doug Calder. Diseño: Roy Evans.
Publicado en Rincón de las maravillas. © Aurora Production AG, Suiza, 2008.
Todos los derechos reservados.

La primera marioneta navideña cuentacuentos

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Instrucciones:

Imprime las páginas 3–17 en cartulina si utilizas la versión coloreada. Si quieres colorear las piezas tú mismo, imprime las páginas 18–32. Recorta todas las piezas. Pega con pegamento o cinta adhesiva varillas de 15 a 20 cm en la parte posterior de cada figura. Las piezas del escenario (como las casas o el árbol) pueden servir de telón de fondo en un trozo de papel más grande. Utiliza estos títeres de papel para volver a contar la historia de la primera Navidad como está relatada en Lucas 2:1–20. (Opcional: Para mayor durabilidad, cubre la parte delantera con papel adhesivo transparente antes de cortar las piezas individuales).

También puedes utilizar estas figuras para otras actividades, como un mural de Navidad, páginas para colorear o piezas de franelógrafo para contar historias, tarjetas de Navidad, adornos para el árbol, etc.

Materiales:

  • Cartulina
  • Tijeras
  • Cinta adhesiva o pegamento
  • 20 a 25 varillas de madera de 15 cm
  • Lápices de colores, rotuladores o crayones
  • Papel de color verde y azul para fondos

Ejemplos de escenas
Te damos algunas ideas de escenas que puedes usar para contar la historia con tus propias palabras o para ilustrar la lectura de la historia.

Escena 1: Conoce a José y María.

Escena 2: Un ángel visita a María.

Escena 3: Conoce a Zacarías y Elisabet.

Escena 4: Elisabet y María están esperando bebés especiales.

Escena 5: Todos deben regresar a su lugar de nacimiento.

Escena 6: José y María viajan a Belén.

Escena 7: El único lugar para pasar la noche en Belén es un establo para animales.

Escena 8: Nacimiento de Jesús. Los pastores vienen de visita.

Escena 9: Los Reyes Magos de oriente siguen una estrella. El rey Herodes no está contento.

Escena 10: Los Reyes Magos encuentran a Jesús y le traen regalos.

Escena 11: José, María y Jesús huyen a Egipto para estar a salvo.

Escena 12: ¡Feliz Navidad!

Texto e ilustración: Didier Martin. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2022.

Nació Jesús

MP3: Jesus Is Born (English)
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Siempre hay algo por qué sonreír,
aun cuando no te sientes feliz.
Siempre hay algo por qué agradecer,
aun en un día triste.

Debes compartir con los demás,
aun cuando no sientes paz.
Siempre hay algo por qué agradecer,
aun en un día triste.

Dile a los papás y las mamás,
hermanos y hermanas,
a jóvenes y chicas,
a las mujeres y las damas,
al rico y al pobre,
en soledad y melancolía,
las noticias que a todos traerán alegría.

«Nació Jesús.
»Nació Jesús.»
Dile a todo el mundo
que nació Jesús.

No estarás solo nunca jamás,
no importa dónde te encuentres.
Porque Él siempre está presente,
verás, no temas.

A todos nos preparó un lugar celestial
donde lo veremos por la eternidad
y siempre nos tendrá ese lugar para ti y para mí.

Dile a los papás y las mamás,
hermanos y hermanas,
a jóvenes y chicas,
a las mujeres y las damas,
al rico y al pobre,
en soledad y melancolía,
las noticias que a todos traerán alegría.

«Nació Jesús.
»Nació Jesús.»
Dile a todo el mundo
que nació Jesús.

Música y letra de autor anónimo. Intérprete: Terri. Producción: Peter A. Ilustraciones: Hugo Westphal y Mat BF. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2022
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