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Propagar el gozo de la Navidad

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¡Feliz Navidad! ¡Qué época tan maravillosa, y qué tiempo tan perfecto para mostrar a la gente un reflejo extra del amor de Jesús en todo lo que decimos y hacemos! ¿Sabías que puedes darle regalos navideños a Jesús al buscar formas de alegrarle el día a alguien? ¡Que te diviertas buscando formas de propagar la alegría navideña este año!

Tiende una mano

Estas navidades deja que otras personas experimenten el amor de Dios a través de ti. Cada vez que tiendes una mano, ofreces una sonrisa y propagas un poco de alegría demuestras un poquito del amor de Jesús a través tuyo. ¡Qué regalo navideño tan maravilloso para hacerle a alguien!

Es Navidad cada vez que permites a Dios amar a otras personas a través tuyo… Sí. Es Navidad cada vez que sonríes a tu hermano y le tiendes la mano. Madre Teresa

Sé amable y considerado

Cuando haces cosas por los demás, no solo les alegras el día, sino que descubrirás que tus acciones amables te llenarán de alegría. Busca formas de hacer sonreír a alguien.

La Navidad es verdaderamente más navideña cuando la celebramos brindándole la luz del amor a los que más lo necesitan. Ruth Carter Stapleton

Dar a otros

Existen muchas personas necesitadas. Haz que esta Navidad sea especial para alguien encontrando maneras de dar y compartir. ¡Nunca pierdes cuando das de todo corazón!

Mantengamos hermosa la Navidad sin codiciosos pensamientos,
que perviva para siempre con toda necesidad supliendo.
Que no dure solo un día, sino toda una vida entera,
el milagro de la época navideña que a Dios nos lleva.
Ann Schultz

Demuestra aprecio

A veces, son las pequeñeces las que nos alegran el día. Dedica tiempo a tu familia y amigos y observa cómo tus pequeños actos de bondad llenan el corazón de alegría a otras personas.

El gozo de alegrar la vida a otros, sobrellevando las cargas ajenas, facilitándoles la carga, y reemplazando vidas y corazones vacíos con obsequios generosos se convierte en la magia de la Navidad. W.C.Jones

Muestra amabilidad

Busca maneras de demostrar bondad a otras personas. Haz cosas con tus amigos para llevar la magia navideña a tu familia y amigos. ¡Juntos podéis llevar a todas partes la chispa mágica de la Navidad!

¡El mundo bulle de alegría navideña!
Ven y únete a la multitud risueña.
En tus labios una sonrisa hallarás,
y en tu corazón una canción sonará.
Nadine Brothers Lybarger (“A Joyful Christmas”)

Piensa en los demás

¿Conoces a alguien a quien podrías alegrar o demostrar un poco de cariño? Busca algunas formas de marcar la diferencia. No tiene que ser algo grande, tus pequeños actos de amor y bondad llegarán muy lejos.

Hijo mío, la Navidad es amor en acción. Cada vez que amamos, cada vez que damos, es Navidad. Dale Evans Rogers

Expresa tu amor

Los mejores regalos navideños que puedes dar son los que nacen del corazón, los que rebosan de cariño y consideración hacia los demás. De eso se trata la Navidad: de amor. Dios nos amó tanto que nos envió a Jesús. La Navidad es la época en que recordamos el espléndido regalo de amor que Dios nos hizo a todos nosotros.

El mejor de todos los regalos que rodean al árbol de Navidad es la presencia de una familia feliz abrazados entre sí. Burton Hillis
Autor: Devon T. Sommers. Ilustraciones: Agnes Lemaire. Diseño y color: Stefan Merour.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2014

El muñeco de nieve

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Había una vez en un lugar muy lejano —un país muy frío— un muñeco de nieve. Se llamaba Erasmo y era bastante excepcional: podía caminar, hablar, cantar, ¡y a veces hasta saltar!

Erasmo disfrutaba mucho cantando a la luz de la luna. De noche, cuando había luna llena, alzaba la vista al cielo y entonaba alegres canciones, de esas que cantan los muñecos de nieve.

Un día se hizo amigo de una muñeca de nieve muy bonita llamada Lala, que también era excepcional. Tenía los ojos grandes y resplandecientes, y al igual que a él, le fascinaba cantar.

La víspera de Navidad, a Erasmo se le ocurrió regalarle algo a Lala. Vamos a ver ¿qué podría darle? —cavilaba mientras caminaba por la nieve—. Tiene que ser algo único... algo distinto... ¡algo grande! Algo que nunca le hayan regalado.

—¡Aaay! —gritó al caerse de bruces—. No me acordaba de que debajo está la charca helada —masculló mientras se levantaba.

—Un momento... —en su cabeza tomaba forma una idea—. Erasmo ¡eres genial! Sí, eso es lo que puedo hacer por Lala: aprenderé a patinar al son de su villancico preferido. Seré el mejor patinador de todos los tiempos. Le encantará. ¡Le haré el mejor regalo de Navidad de toda su vida!

Se rió como suelen reírse los muñecos de nieve y se aventuró sobre el hielo. Pero no tardó en resbalarse y darse un fuerte golpe contra la superficie.

—Uy, voy a tener que practicar mucho —se dijo.

Se pasó el día entero esforzándose por mantener el equilibrio sobre el hielo. Por fin llegó el momento en que era capaz de darse impulso y deslizarse unos instantes sin caerse.

—¡Ya me sale! —exclamó, lanzándose a cruzar la charca—. Ya sé patinaaaaar... ¡¡Aaayyy, noooo!!

¡PLAF! Erasmo se estrelló de cabeza contra la nieve del otro lado de la charca.

—¡Caramba! Aprendí a deslizarme, pero ahora tengo que aprender a detenerme —gruñó mientras se levantaba—. Me parece que el patinaje no es lo mío. Además, en realidad no creo que a Lala no le vaya a gustar un regalo así.

Estaba arreglándose los botones que tenía en la pechera cuando le llamó la atención un objeto colorido que se encontraba medio enterrado en la nieve. ¡Era un caramelo!

Enseguida se entusiasmó con otra idea. Tomó el caramelo con sus blandas manotas y se puso a pensar que una bolsa enorme de caramelos sería un regalo magnífico para su amiga.

—Será la bolsa de caramelos más grande del mundo. Lala se quedará maravillada.

Se puso a buscar por todos lados. Pero por mucho que se esforzó, no encontró más caramelos. Finalmente, ya cansado, se apoyó pesadamente contra un árbol. El sol ya se estaba poniendo y la luna se veía cada vez más brillante.

—Eso de los caramelos no fue una idea muy buena que digamos —concluyó—. En fin, ya casi es hora de cantar mi canción a la luz de la luna.

Justo cuando iba a tomar aire para empezar a cantar, se posó una diminuta luciérnaga sobre la larga zanahoria que le servía de nariz. Ésta adquirió un intenso color naranja. Erasmo sopló para que el insecto echara a volar.

—¡Largo de aquí! ¡Fuera, bicho! —le espetó, impaciente.

Entonces se le ocurrió otra idea.

—¡Sí, eso sí! ¡Claro que sí!

Rápidamente se sacó su sombrero negro, atrapó con él a la luciérnaga y tapó el hueco con una de sus frías manos para que el insecto no se escapara.

—Llenaré el sombrero de estos bichos y luego los soltaré sobre el abeto más alto y hermoso de todos. ¡Será el árbol de Navidad más vistoso del mundo! ¡Ese sí será el regalo ideal para Lala!

Enseguida vio un destello y se puso a correr detrás de otra luciérnaga, hasta que la atrapó con el sombrero. Se pasó largo rato persiguiendo luciérnagas, sin darse cuenta de que cada vez que cazaba una, se le escapaba otra. Cuando al fin el pobre se detuvo para ver cuántas tenía, se llevó una gran desilusión al descubrir que había solo una.

Se sentó tristemente en la nieve con el sombrero a su lado. Una lágrima helada se deslizó por una de sus mejillas.

—Yo tenía la ilusión de hacerle a Lala el mejor regalo de Navidad del mundo —se lamentó—. ¿Qué va a pasar mañana? Todavía no he encontrado el regalo ideal.

Se cubrió los ojos —dos piedritas negras— con sus gruesas manos y se puso a sollozar.

Una vocecita rompió el silencio:

—El regalo ideal no tiene por qué ser el más grande, el mejor ni el más espectacular.

Sorprendido, Erasmo levantó la vista. La luciérnaga salía lentamente del sombrero.

—¡Espera! ¿Qué dijiste? —le preguntó.

El bichito contestó:

—Que a veces los mejores regalos son muy pequeños, pero van cargados de cariño.

Erasmo se quedó pensativo un rato. Luego hizo lo que hubiera debido acordarse de hacer mucho antes. Juntó sus manotas, dirigió la mirada hacia el cielo y rezó:

—Dios, tú sabes que me gusta mucho Lala, y que me gustaría hacerle un regalo de Navidad. No tiene por qué ser algo grande, pero sí algo que refleje mucho cariño. Dame una buena idea, por favor.

Al terminar la oración, observó que la nieve comenzaba a derretirse en un punto, delante mismo de él. A continuación brotó justo allí una bella flor azul.

¡Qué maravilla! —pensó. Estirando la mano, la arrancó.

—Gracias, Dios, por darme este precioso regalo para Lala.

A la mañana siguiente, cuando le entregó a la muñeca su regalo de Navidad, Erasmo se sentía muy bien por dentro.

—¡Es el mejor regalo que me han hecho! —exclamó Lala. Seguidamente le dio a Erasmo un alegre abrazo y agregó:

—¡Y tú eres el mejor amigo que he tenido!

Se tomaron de las manos y se lanzaron a dar vueltas alegremente mientras entonaban magníficas y sonoras canciones de muñecos de nieve. Mientras cantaban y bailaban, iban cayendo del cielo gruesos copos de nieve que lo cubrieron todo con un nuevo manto blanco. Para Erasmo y Lala era la Navidad ideal.

Texto: Jasmine St. Clair y Kie Poole. Adaptación de Conéctate, número infantil, vol. 1, número 2. © Aurora Production AG, 2005, Suiza. Todos los derechos reservados. Utilizado con permiso.
Ilustraciones: Zeb. Diseño: Stefan Merour.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2013

3 cosas que puedo dar esta Navidad

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La Navidad es una época especial del año porque celebramos el cumpleaños de Jesús. Las decoraciones, los villancicos, los eventos especiales, el tiempo que pasamos con familiares y amigos, todo esto me pone contenta. Cada Navidad trato de pensar en algo especial que puedo darle a los demás.

Decidí que quiero dar tres cosas esta Navidad. Tal vez a ustedes les gustaría probar también, y juntos podemos hacer que esta Navidad sea más especial para los demás.

Estas son mis ideas:

  • Puedo dar amabilidad.

Al ser amable, estoy pensando en los sentimientos de otra persona. Entonces puedo ayudarla con algo que la hiciera feliz. Puedo demostrar interés por otras personas y hallar maneras de facilitarles las cosas y mejorárselas.

Hay tantas maneras en que puedo alegrar a otros. ¡La amabilidad hace del mundo un lugar mejor!

  • Puedo dar mi tiempo.

La Navidad es una época de mucho trajín, y con tantas cosas que pasan a la vez, dar de mi tiempo para ayudar a los demás es algo especial que yo puedo hacer. Ya sea ayudar a mi mamá o a mi papá en algo, o pasar un tiempo extra con mi hermano o hermana, o dar mi tiempo para ayudar a otros que lo necesiten, sé que dar ese tiempo a otros puede alegrarles el día.

  • Puedo dar amistad.

Puedo hacer nuevas amistades y fortalecer las que ya tengo. Hacer nuevos amigos tal vez parezca algo difícil, pero ser amigable y cordial son los primeros pasos que puedes tomar para tener un nuevo amigo o amiga. La amistad es un regalo maravilloso que le puedo dar a otra persona.

¿Qué otras cosas podrías dar durante esta época de Navidad? ¡Que tengas una linda Navidad dando!

Texto: Devon T. Sommers. Ilustraciones: Alvi. Diseño: Stefan Merour.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2013