¡Esta es una temporada para alegrarnos! Saquen el acebo, las luces, el pesebre y la bolas, y prepárense para celebrar y regocijarse.

Hay muchas razones por las que podemos alegrarnos. En lugar de pensar en lo que es posible que no tengas, y quisieras tener, actividades que quizás te estás perdiendo, o cualquier estrés que sientas porque se avecina el final del año, conviértelo en un regalo de Navidad para ti mismo y para Jesús, ¡algo por lo que ambos puedan sentirse felices!

Detente un momento y piensa en lo que está yendo bien y en la felicidad que colma tu vida. Si lo haces, no solo estarás expresando tu gratitud a Jesús por Su amor y cuidado, sino que además te regalarás a ti mismo felicidad y satisfacción.

Si algo te está molestando, si no puedes superar un sentimiento o emoción negativa, habla con Jesús al respecto y deja que Su paz llene tu corazón. A medida que colmas tu mente con pensamientos de gratitud y buscas maneras alegrar a los demás, descubrirás a su vez que la felicidad colma tu corazón.

Deja que la alegría de la Navidad colme tu vida con paz, felicidad e ilusión por lo que tienes por delante.

«Les he dicho esto para que tengan Mi alegría y así su alegría sea completa» (Juan 15:11; NVI).

«Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en Tu presencia y de dicha eterna a Tu derecha» (Salmo 16:11; NVI).