La Biblia dice:

Puesto que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe (Hebreos 12:1–2; NTV).

Piensa:

Con cualquier meta que quieras alcanzar, puedes pasar por un momento difícil en el que te sientas desanimado, derrotado, o pienses que el desafío no justifica el esfuerzo. Cada vez que en medio de un aprendizaje te topas con un obstáculo que te tienta a abandonar, es el momento de aguantar un poco más, hacer otro esfuerzo y seguir adelante.

El éxito es de los que aguantan y perseveran a pesar de los obstáculos y la oposición de otros. Si sientes desánimo o frustración a raíz de un contratiempo, recuerda poner tus ojos en Jesús. Él te puede dar resistencia y la voluntad para perseverar y seguir aguantando.

Si te tropiezas, levántate, sacúdete el polvo y sigue adelante. Con la ayuda de Dios, puedes alcanzar tus objetivos.