Rincón de las maravillas

Cientos de años después de que el pueblo de Israel se estableciera en la Tierra Prometida, hubo un pastorcito llamado David al que le encantaba tocar música en su arpa mientas cuidaba sus ovejas. David amaba mucho a Dios y escribió muchas bellas canciones sobre Dios y Su pueblo.

¿Has oído alguna de las canciones de David? A lo mejor te sabes ésta, es el Salmo 23: «El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará.»¹

Las canciones de David nos hacen sentir seguros y unidos a Dios.

Las cositas pequeñas son muy importantes para Dios. ¿Tú a veces te has sentido pequeño y poco importante? La verdad es que para Dios sí eres importante. La Biblia nos narra muchas historias fabulosas que demuestran que Dios puede valerse de las pequeñeces para hacer cosas colosales.

• Aarón, hermano de Moisés, no era más que un esclavo del rey egipcio. Pero con el bastón de palo de Aarón, Dios hizo cantidades de milagros para obligar al rey a soltar a los esclavos.
• Cuando el rey David era chiquillo, Dios le ayudó a disparar una piedrecita con su onda para matar a un gigante malvado y salvar a su pueblo.
• Un día, una pobre mujer donó todo el dinero que tenía, un par de moneditas para ayudar a otros pobres. Jesús la vio, y ahora el relato de esa viuda está escrito en la Biblia para que todo el mundo lo lea.
• Otra vez, cuando Jesús terminó de hablar ante una gran multitud, llegó la hora de almorzar, pero no había nada que comer en ese lugar. Un muchachito trajo varios panes y unos peces, no era mucho, pero se los dio a Jesús, y por milagro alcanzaron para dar de comer a toda la gente, y encima tuvieron un montón de sobras.

Total que si eres poca cosa o tienes muy poco, alégrate. A Dios le basta con eso para hacer algo extraordinario.

Zaqueo era un hombre rico, pero no muy honrado. Recaudaba impuestos a la gente y muchas veces la hacía pagar más de lo que debía. Un día, Jesús llegó al pueblo de Zaqueo. Zaqueo quería ver a Jesús, pero como había una muchedumbre alrededor de Él, Zaqueo no lograba verlo. Como era muy bajito, corrió delante y trepó a un árbol para poder ver a Jesús.

Zaqueo estaba muy apenado pues no tenía amigos. Las personas no lo querían porque él les quitaba el dinero. Creyó que Jesús tampoco lo querría, mas cuando Jesús se acercó al árbol, se detuvo, levantó la mirada hacia él y lo llamó por nombre: «Zaqueo, baja pronto porque hoy quisiera hospedarme en tu casa». Zaqueo se puso muy contento. Al conocer a Jesús, él también sintió deseos de ayudar a los demás y prometió devolver el dinero que había robado¹.

Otra amiga de Jesús fue María Magdalena. Era una chica muy triste que se había portado muy mal, pero Jesús la perdonó y le enseñó una mejor manera de vivir con amor y la luz celestial².

Otro valiente de la Biblia fue Samgar. Por todo el país había soldados enemigos. Todas las carreteras estaban cerradas y los pueblos vacíos. La gente había ido a esconderse en las montañas. Con ayuda del Señor, Samgar peleó contra seiscientos soldados enemigos armado de una vara larga que se llama aguijada y resulta que ganó. Gracias a él, esos territorios quedaron libres de peligros y la gente pudo vivir en paz otra vez¹. Muchos relatos de la Biblia tratan de gente que sin tener mucho, hizo cosas grandes con la ayuda de Dios. Escucha lo que dice esta canción.

Jesús nunca rechaza al que acude a Él y quiere ser su amigo. Si le has pedido a Jesús que entre en tu corazón, el gran milagro de amor de Dios ya se ha empezado a producir en tu vida. Ahora tienes a Jesús de amigo para siempre y Él te ama muchísimo. Jesús nunca te dejará, siempre estará contigo para ayudarte. Vayas a donde vayas y hagas lo que hagas, Él siempre estará a tu lado pues es más que un amigo.

Jesús iba por todas partes haciendo el bien y mostrando a la gente que Dios la quiere mucho. Dios sabía que todas las personas del mundo han hecho cosas malas por las que merecen un castigo. Pero prometió perdonarnos con tal de que amáramos a Jesús y le diéramos las gracias por Su ayuda. Lo más precioso que hizo Jesús por nosotros fue entregar Su vida para salvarnos. Tres días después volvió a la vida para nunca más morir. Estas son las alegres nuevas que Dios nos cuenta en Su libro, la Biblia, que si pedimos a Jesús que viva en nuestro corazón, formaremos parte de la gran familia feliz de Dios y algún día podremos irnos a Su bellísima casa que se llama el Cielo.