Rincón de las maravillas

Hoy nace la primavera,
Jesús resucitó y el mundo entero se manifiesta.

Resplandece, oh Sol,
la lluvia pasó y cumplió su función.

El invierno pasó,
la dulce primavera llegó por fin, llegó por fin.

Christina G. Rossetti, «Un villancico de Pascua»

La Pascua es una época en la que celebramos el regalo de la salvación y la vida eterna que Dios nos dio a través Jesús. Jesús vino a la tierra y vivió con nosotros para que pudiéramos conocer mejor a Dios. Dios sabía que nos comportaríamos mal y pecaríamos, y merecemos consecuencias por nuestros pecados¹. Él nos amó tanto que decidió perdonarnos por nuestros pecados, por lo cual nos envió a Jesús².

Jesús vino a la tierra a vivir con la humanidad. Nos trajo salvación, perdón y sanidad. Después, dio Su vida por nosotros. A través de Su muerte y sacrificio, Jesús aceptó el castigo de nuestros pecados y lavó nuestros pecados. Una vez que le pedimos Su perdón y nos esforzamos por hacer lo correcto, Dios ya no recuerda ni nos echa en cara nuestros pecados³.

Jesús nos dio Su vida porque nos ama. Su sacrificio nos acercó a Dios. Si le abrimos el corazón y creemos que es nuestro Salvador, vivirá en nuestros corazones.

Dios nos ama profundamente, y por eso Él envió a Su hijo Jesús a este mundo¹. A lo largo de Su vida, Jesús nos ayudó a comprender mejor cómo es Dios. Nos contó cuánto nos ama Dios, y por medio de Sus acciones demostró amor por los demás, y vivió el amor. Jesús nos ama tanto que entregó Su vida para brindarnos la salvación.

Recibir el regalo de la salvación es muy sencillo. En realidad, no hay nada que podamos hacer para ganarlo o trabajar para obtenerlo. ¡Es gratis! La Biblia dice: «Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló.»²

Jesús quiere formar parte de nuestra vida de modo que al conocerle nos podemos acercar más a Dios y recibimos el perdón y la salvación. Él dice: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él»³. Todo lo que tenemos que hacer es pedirle a Jesús que entre en nuestro corazón y en nuestra vida, ¡y Él lo hará!

Dios es amor¹, y Su amor nos rodea todo el tiempo. Puede formar parte de nuestra vida y brindarnos felicidad y satisfacción.

Dios nos mostró Su amor enviando a Jesús, Su único Hijo, a este mundo para que podamos tener vida eterna por medio de Él². El amor de Jesús es tan grande que murió por nosotros para que pudiéramos recibir salvación y perdón por nuestros pecados y malas acciones.

Cuando Jesús estaba en la Tierra, enseñó a Su discípulos muchas cosas sobre el amor de Dios por la humanidad y cómo tener una vida mejor. Jesús conoce a cada uno de Sus hijos sin importar lo pequeños que sean, y cuida de cada uno. Podemos confiar en Su amor y cuidado.

El mejor regalo que tenemos es la salvación y el amor de Jesús.

¹ 1 Juan 4:8.

² V. 1 Juan 4:9.

Dios es amor¹, y Su amor nos rodea todo el tiempo. Puede formar parte de nuestra vida y brindarnos felicidad y satisfacción. Jesús conoce a cada uno de Sus hijos sin importar lo pequeños que sean, y cuida de cada uno. El mejor regalo que tenemos es la salvación y el amor de Jesús.

¹ 1 Juan 4:8

La Pascua es el momento especial del año en el que recordamos y celebramos los dones más preciados: el amor que nos prodiga Jesús y Su magnífico regalo de la salvación.

Jesús vivió en la Tierra para enseñarnos sobre Dios y Su amor por la humanidad. Jesús manifestó el poder de Dios en forma de milagros y Su amor mediante el perdón y la compasión. Él sabía que nunca podríamos ser lo bastante buenos por nuestra propia cuenta, así que bajó a la Tierra para mostrarnos cómo vivir con amor, fe, valentía y honestidad. Y gracias a Su muerte y resurrección, nos transfirió el poder de hacer lo mismo.

En Semana Santa celebramos los regalos de amor y vida de Dios que Jesús trajo consigo a este mundo. Aunque Jesús ya no vive físicamente entre nosotros, podemos sentir Su amor en el corazón. Podemos compartir ese amor viviendo con amabilidad, honestidad y gratitud.

¡Nunca olvides que Dios te ama!

«Yo estoy con vosotros todos los días» (Mateo 28:20).