¿Alguna vez has escuchado de un juego llamado «Golpea al roedor»? El juego consiste en golpear con un enorme mazo de goma a los roedores de juguete que asoman la cabeza en el tablero. Tan pronto el jugador aporrea a uno en la cabeza, aparece otro. Mantener a los roedores en sus escondrijos requiere de mucha concentración.
A veces, la vida se parece a ese juego. Digamos que obtienes bajas calificaciones en ciencias o matemáticas, por lo que te propones obtener mejores notas. Pero tan pronto mejoran, recuerdas una tarea que habías olvidado realizar para la clase de idiomas o el programa de música. Finalmente concluyes esa tarea… pero te enzarzas en una pelea con tu hermano, luego que él te avergonzara delante de tus amigos. Ello ocurre horas antes de una fiesta que esperabas con ilusión, pero a la cual ya no tienes ganas de asistir. Y el ciclo continúa. Esos problemas o situaciones incomodas pueden mermar nuestra felicidad, en especial cuando parecen nunca acabar.
El quid de la cuestión es que nunca nos libraremos de todos los roedores o problemas; ni podemos vivir a la espera del día en que no suframos ningún contratiempo. Y de la misma manera que el juego de machacar roedores, intentar resolver todos los problemas tomará todo nuestro tiempo.
La vida en la tierra es una serie de alegrías y dificultades, y hay ocasiones en que las dificultades prevalecen, y uno se pregunta si se acabarán algún día. A veces todo parece perfecto, pero algún detalle ensombrece nuestra alegría y puede ocurrir que ese detalle no sea cosa de poca monta.
Nunca veremos el día en que tengamos todo bajo control, en que hayamos noqueado a todos los roedores, y el tablero —nuestra vida— esté en completa paz. Un momento; no pretendo asegurar que conviene ignorar las dificultades, o que no hace falta tomar medidas preventivas de ser posible. Lo que quiero decir es que de nada vale trabajar en aras de una vida libre de penurias, sino aceptar cada día con lo que trae, sabiendo que sin lugar a dudas habrá desafíos, dificultades y triunfos.
La Biblia promete: «Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar»1. Nos da a entender que, si bien no tenemos la libertad de escoger nuestras dificultades, Dios nos promete fuerzas para sortearlas. No se trata de cómo nos sentimos o de cuánto creemos que podemos aguantar. Dios nos obsequia fuerzas y poder de acuerdo a lo que necesitamos.
Esa promesa y otras similares que encontramos en la Biblia nos motivan a estar seguros de que venceremos sin importar si se gana o se pierde una batalla; si se alcanza el éxito o se fracasa al realizar las tareas de cada día.
Considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia2.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados3.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó4.
¿Eso es lo que se dice tener poder? Podemos darle con el mazo a los roedores cuando sea necesario, y al mismo tiempo disfrutar de grandes momentos.
Prueba a adoptar la actitud de que siempre habrá desafíos, pero que no dejarás que ello te robe tu felicidad. De hecho, hasta puedes permitir que las dificultades aumenten esa alegría mientras disfrutas de saber que poco a poco lo superarás.
Graba en su corazón la promesa de que Dios te brindará las fuerzas para cada día y gracia para superar todo escollo, y vive cada día de forma plena, y luego… repite este ejercicio todos los días.
En mi corazón he guardado Tus dichos, para no pecar contra ti5.
Notas a pie de página:
1 1 Corintios 10:13 (NVI)
2 Santiago 1:2-3 (NVI)
3 Romanos 8:28 (RV)
4 Romanos 8:37 (RV)
5 Salmo 119:11 (RV)
Texto: Mara Hodler, adaptado. Publicado por primera vez en Solo1cosa. Ilustración y diseño: Jeremy.Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2018.