¿Cuántas decisiones has tomado hoy? ¿Fueron trascendentales o cotidianas? ¿Te fue fácil o difícil tomarlas? ¿Hubo cosas que tuviste que hacer hoy sobre las que no pudiste elegir?

Las decisiones son parte de tu vida diaria. Es bastante fácil elegir qué desayunar, qué ponerse, cómo peinarse o qué sabor de helado comprar, pero inevitablemente te enfrentarás a decisiones que pueden ser difíciles de tomar.

Hay decisiones que cuesta mucho tomar, y eso generalmente se debe a lo que esas decisiones podrían conllevar o cómo podrían cambiar tu vida. Frank W. Boreham¹ dijo una vez: «Tomamos nuestras decisiones, y luego nuestras decisiones se dan la vuelta y nos moldean».

Si las decisiones afectan a nuestra vida, entonces deberíamos empezar a tomar buenas decisiones. ¿Pero cómo lo hacemos?

Una buena decisión es aquella que, en última instancia, es buena para ti. Qué fácil, ¿no? O tal vez no tan fácil. A veces es difícil saber lo que es bueno para ti y no es posible confiar solo en lo que te hace sentir bien o lo que imaginas que podría ser bueno para ti. Tal vez no sepas con certeza si puedes confiar en ti mismo para determinar qué es y qué no es beneficioso para ti.

Afortunadamente, la mayoría de nosotros tenemos familiares, maestros y amigos que nos apoyan en función de nuestros mejores intereses. Nuestros seres queridos quieren lo mejor para nosotros y quieren ayudarnos a tomar las decisiones correctas. La forma en que nos cuidan es algo en lo que podemos confiar. Hablar con quienes pueden ayudarte con tus decisiones puede brindarte una perspectiva más amplia acerca de tu dilema y ayudarte a separar los hechos de las emociones, lo cual es importante para tomar buenas decisiones.

Y lo mejor de todo: Dios te comprende. ¿Por qué? Porque Él te creó. Te conoce y te ama más que nadie y, cuando te acercas a Dios y lo escuchas, puedes recibir Su guía al tomar tus decisiones.

Dios no necesariamente te dirá qué hacer, pero sí promete guiarte con sabiduría piadosa al tomar tu decisión. Eso es importante para descubrir cómo tomar una buena decisión.

Qué puedes hacer

Hay mucho que aprender sobre la toma de decisiones, pero por ahora comencemos con algunos pasos básicos:

• Incluye a tus padres (o un maestro, un mentor, etc.) en tus decisiones. Pídeles consejos. Ellos quieren lo mejor para ti y harán todo lo posible para ayudarte a encontrar la mejor solución.
• Enumera ventajas y desventajas de las opciones de tus decisiones. A veces, determinar que las ventajas más evidentes superan las desventajas, puede hacer que la elección correcta sea bastante fácil.
• Piensa más allá del momento. Debido a que las emociones casi siempre afectan a la toma de decisiones, intenta pensar qué podría ocurrir o qué podrías necesitar un poco más adelante. Si puedes dar un paso atrás, a veces obtienes una perspectiva más amplia de qué decisión podría ser la mejor a largo plazo.
• Tu Padre celestial también te conoce mejor. Eres importante para Jesús. Puedes hablar con Él como lo harías con un amigo cercano en cualquier momento, y puedes contarle tus pensamientos y temores sin vergüenza alguna. Pídele a Jesús lo que necesitas, muéstrale tu gratitud por lo que tienes y sigue Su orientación.

Lo que dice la Biblia

• «Míos son el consejo y el buen juicio; Míos son el entendimiento y el poder» (Proverbios 8:14; NVI).
• «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y Él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie» (Santiago 1:5; NVI).
• «Clama a Mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes» (Jeremías 33:3; NVI).

¹ Frank W. Boreham