Rincón de las maravillas
Dificultades navideñas de Max
viernes, diciembre 10, 2021
Día 1
Lo difícil de la Navidad

Lo difícil de la Navidad, pensó Max, es que nací ese mismo día.

Era 1 de diciembre y la cocina se colmó del delicioso aroma de las torrijas con canela y del tocino (bacon) crocante. La familia Talley se había reunido para su tradicional primer desayuno navideño y mientras el papá leía el relato de la Navidad del libro de Mateo, Maximiliano Talley se distraía pensando en lo desafortunado que era haber nacido el día de Navidad y tener que compartir su fiesta de cumpleaños con las celebraciones navideñas. Además, tenía la sensación de recibir la mitad de los regalos que reciben los que celebran su cumpleaños otros días del año.

Por un lado Max se sentía siempre contento por los regalos que recibía para su cumpleaños/Navidad, sin embargo su compañero de colegio, Jones, le había dicho que por ser Navidad seguro que recibía menos de lo normal. Inicialmente Max le respondió: «Pues, al menos nadie se olvida de mi cumpleaños». Pero más tarde sintió que su argumento era poco convincente.

La semana anterior al primero de diciembre, a Max se le ocurrió que si hacían dos fiestas en Navidad podría recibir la cantidad de regalos que deseaba.

—Por ser Navidad —interrumpió la fantasía de Max su papá—, les daré ventaja a los Miller en la competencia de construcción de castillos de nieve.

Todos se rieron.

Los alegatos navideños eran ya una tradición que el Sr. Talley había comenzado hacía tres años: cada miembro de la familia debía declarar qué haría por otros con el fin de brindarles alegría navideña. La competencia anual de castillos de nieve era muy importante para el Sr. Talley, habiendo sido él el ganador dos años consecutivos, con lo cual Max y los demás de la familia Talley reconocieron que su declaración era una dádiva navideña monumental.

—Por ser Navidad voy a dejar que este mes Max use la computadora por la tarde de cuatro a cinco —dijo Sofía, la hermana mayor de Max que le lleva tres años.

—Qué lindo de tu parte, Sofía —comentó el papá, y Max puso los ojos en blanco.

—Por ser Navidad vamos a cantar villancicos al asilo de Olive Grove —dijo la mamá.

Sofía y Max se miraron y suspiraron. Sabían que alguien lo diría pronto. Todos los años los Talley iban al asilo Olive Grove a cantar. A Max le gustaba hacerlo y disfrutaba especialmente hablar con el fabricante de juguetes, el Sr. Padraic, solo que este año tenía otros planes.

Ahora le tocaba a Noé. Por tener él dos años, nadie esperaba que dijera algo. Cuando mucho «yupi», una expresión que usaba mucho.

Max, pues, aprovechó y dijo:

—Por ser Navidad decidí planear mi fiesta de cumpleaños. Sé que es inconveniente festejar mi cumpleaños en medio de las celebraciones navideñas, pero este año yo me ocupo de la organización para que podamos tener dos fiestas, pero en el mismo día.

Max no esperó a ver qué decían papá, mamá, Sofía o Noé. Se excusó rápidamente y se fue corriendo a su habitación… tenía que planear una fiesta de cumpleaños.

Diario de Reinaldo, 1º de diciembre

Este año, todos tendrán que darme un regalo en mi fiesta de cumpleaños y ADEMÁS un regalo navideño el día de Navidad. Lo justo es justo.

Por cierto, NO soy el abuelo Reinaldo Talley I, que falleció recientemente. Soy Max. Puse «Diario de Reinaldo» en la tapa porque nadie se atreve a tocar las cosas de mi abuelo. Para estar seguro, guardaré este diario dentro de una caja de cereales vacía debajo de una pila de ropa. El título verdadero debería ser algo así como «El año que Max disfrutó de verdad su cumpleaños», o «Operación “más regalos para mí”». Pero no quiero ser tan obvio.

Max
*
Día 2
Diario de Reinaldo, 2 de diciembre

Hoy fue un día excepcional. Después de recoger las hojas del jardín, hicimos una fogata en el cubo de basura metálico y papá tenía una manguera apuntando al tacho todo el tiempo por si acaso. Pero estuvo genial.

Después de la cena, mamá preparó un juego familiar y nos dio a cada uno una copia del «Crucigrama navideño colosal». El que primero lo completara elegiría la película de la semana siguiente. Yo gané. Será porque es el mes de mi cumpleaños.

Max
*
Día 3
En el que Max no se mete en problemas

Max no pensaba hornear absolutamente nada navideño, y no porque no le gustara. Su mamá quería brindarle alegría navideña al personal del asilo de ancianos Olive Grove, lo que para ella sería llevarles algo rico de comer. Max estaba de acuerdo con llevarles algo rico, pero:

—¿Acaso no me dijeron que no puedo pisar la cocina?

—Ay cariño, tienes razón —a Max se le había prohibido cocinar durante tres meses después de su experimento culinario que había terminado en llamas—. Solo que encontré una receta que no requiere del horno. Si me prometes que la seguirás el pie de la letra, no creo que haya problemas, ¿cierto? Se me está haciendo tarde para la reunión de padres y maestros, y me gustaría que me ayudes con esto…

—Claro, mamá —dijo Max complacido. Estaba de muy buen humor por la ilusión que le hacía imaginarse todos los maravillosos regalos que recibiría para su cumpleaños. Esta vez no serían presentes navideños que servirían también de regalos de cumpleaños, serían exclusivamente regalos de cumpleaños. Max ya había comenzado a hacer una lista. Como si esto fuera poco, AJ, comúnmente conocido como Agustín Jeffrey, a saber: el mejor amigo de Max, vendría a ayudar a Max a planear su fiesta de cumpleaños. Hasta entonces le quedaba una hora libre. ¿Galletas sin hornear? Qué fácil.

Diario de Reinaldo, 3 de diciembre

Hola, soy Max. Debo decir que las galletas están de primera. Salvo que las puse en el congelador para enfriarlas y me olvidé de sacarlas. Cuando las saqué estaban más duras que una piedra. Tenía que probar una para estar seguro de que estaban bien, así que la puse encima de la llama de la estufa para ablandarla un poco: ¡MALA IDEA! Limpié todo antes de que llegara mamá.

P.D.: AJ y yo decidimos que el tema de mi fiesta de cumpleaños será la guarida de pistolas laser. AJ tiene unas ideas tremendas.

Max
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Día 4
Diario de Reinaldo, 4 de diciembre

Esta mañana, mientras desayunábamos vimos un corto sobre la natividad en la computadora portátil de papá. Mamá comentó que María había sido muy valiente, ya que dio a luz en un establo maloliente, sin ir a un hospital. Papá mencionó que consideraba que José tenía mucho mérito al aceptar un bebé que no sabía de quién era. Sofía dijo que los Reyes Magos no deberían estar en el corto porque llegaron más tarde.

El niño Jesús se veía muy lindo, como un tierno cachorrito. Me pregunto si yo me veía así cuando nací.

Max
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Día 5
Diario de Reinaldo, 5 de diciembre

Me pasé toda la tarde laminando, organizando y cortando un franelógrafo del relato de la Navidad. El 14 vamos al refugio de San Jerónimo, y debo preparar mi propia presentación del relato de la Navidad. ¡Ya verán! Mi relato incluirá una invasión extraterrestre… es lo que son los ángeles, ¿cierto? Estoy diseñando mi propia antena verde para colocársela en los halos.

Max
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Día 6
Diario de Reinaldo, 6 de diciembre

Las tarjetas navideñas pueden ser complicadas. Este año quiero hacer algo diferente. Seguí las siguientes pautas para mis tres diseños únicos.

1. Escoge un animal nada característico de la Navidad: escogí un pulpo y le puse un sombrero de Santa Claus, y lo hice visitar a Jesús en el establo. (Si yo fuera un pulpo me gustaría ir a ver a Jesús en el establo.)

2. Utiliza objetos inusuales para deletrear «Feliz Navidad» y sácale una foto, imprímela y ya tienes tu tarjeta navideña.

3. Graba un video o un audio con un saludo navideño y envíalo por correo electrónico.

Max
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Día 7
Los orígenes de la Navidad, y comentarios de Max sobre su lista de deseos de regalos navideños.

Una semana antes del 1º de diciembre, mamá había decidido que todos debíamos turnarnos durante la cena para compartir ya sea una anécdota navideña o un relato relacionado con la Navidad. Hoy le tocaba a papá y escogió una anécdota sobre los orígenes de las fiestas navideñas.

—«En Roma, donde los inviernos no son tan crudos como en el norte, Saturnalia era una festividad en honor a Saturno, el dios de la agricultura» —mi padre leía de su computadora mientras el resto de la familia se servía porciones generosas del pastel de papas—. «Comenzando la semana anterior al solsticio de invierno y continuando todo el mes, Saturnalia era una época hedonista, cuando la comida y la bebida eran abundantes y el usual orden romano se desbarataba. Durante un mes, los esclavos se convertían en amos. Los campesinos se apoderaban de la ciudad. Se cerraban los negocios y las escuelas para que todos pudieran disfrutar de la diversión. También en plena época del solsticio invernal, los romanos celebraban Juvenalia, una fiesta en honor a los niños romanos. Y además, el 25 de diciembre los miembros de la clase pudiente celebraban el nacimiento de Mitra, la diosa del inconquistable sol. Se creía que Mitra, una diosa infante, había nacido de una roca. Para algunos romanos, el cumpleaños de Mitra era el día más sagrado del año.»

—Me gusta la parte de los esclavos que se convertían en amos —dijo Sofía. Max estaba de acuerdo.

—¿Cómo fue que esas festividades se convirtieron en Navidad? —preguntó mamá.

—En el siglo IV d.C., el papa Julius decidió que se celebraría el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre —dijo papá, y siguió leyendo—. «Al celebrar la Navidad al mismo tiempo que las festividades de solsticio de invierno, los líderes eclesiásticos tenían más probabilidad de que la Navidad fuera aceptada por el pueblo».

—Tiene mucho sentido —dijo Sofía mirando directamente a Max—. Igual estaban de fiesta y celebrando, ¿por qué no incluir el cumpleaños de alguien al mismo tiempo?

—Dos pájaros de un tiro —comentó el padre—. Muy ingenioso.

Max sintió que su rostro se enrojecía hasta las puntas de sus orejas. «Podía herir sus sentimientos que hubiera una fiesta con un pavo navideño y postre, luces y todo lo demás olvidando al festejado… este… Jesús.» En fin, como ya estaban hablando de la Navidad, decidió compartir otra anécdota navideña.

—Como mi cumpleaños es el día de Navidad, lo que quiero para mi cumpleaños se podría considerar una «anécdota» navideña. Esta es mi lista —Max se puso de pie y comenzó a repartir copias de la lista de regalos que quería recibir para su cumpleaños, la que había hecho con su amigo AJ el otro día.

—Quisiera un kit de detección de huellas digitales de Sherlock, una alarma ultra secreta detecta ladrones, un kit para hacer volcanes y un juego para hacer armas robóticas. Recuerden que estos son regalos para mi CUMPLEAÑOS y no sirven de regalo de NAVIDAD. Pueden escoger lo que quieran como regalos de Navidad, solo asegúrense que son de mi gusto —y Max se sentó.

Diario de Reinaldo, 7 de diciembre

Creo que todos se quedaron pensando qué regalarme para mi cumpleaños porque el resto de la cena hubo un silencio inusual en la mesa.

Max
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Día 8
Diario de Reinaldo, 8 de diciembre

Papá me envió un enlace de los sitios donde encontró eso de la historia de la Navidad. Debo recordarlo para mostrárselo a AJ. Había también dos videoclips sobre el tema:

https://www.history.com/topics/christmas/christmas-becomes-a-holiday-video
https://www.history.com/topics/christmas/why-december-25th-video

Max
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Día 9
Diario de Reinaldo, 9 de diciembre

Llevo un montón de tiempo ahorrando para comprar regalos navideños, pero este año he decidido dar a cada uno un cupón válido por algo que haré por ellos. Tuve esa idea porque mamá dijo que le gustaba más lo que hacía por ella que cualquier regalo que le diera. De esta manera podré comprarme un disfraz de Obi-Wan Kenobi para mi cumpleaños.

Cupón navideño para papá: Te lavaré el auto. (VÁLIDO PARA UN LAVADO.)

Cupón navideño para mamá: Cocinaré una comida. (VÁLIDO PARA UN DÍA DE LA SEMANA.)

Cupón navideño para Sofía: No voy a tocar tus pertenencias. (POR MUCHO TIEMPO.)

Cupón navideño para Noé: Jugaré contigo. (CUANDO QUIERAS.)

Max
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Día 10
El día que Max se topa con un obstáculo

—Si quieres vivir en el campo tienes que estar en forma.

Max estaba sentado frente al calentador en la sala mientras colocaba los obstáculos diarios para Watson. Watson era la tortuga mascota de Max a la que le había organizado un estricto plan de ejercicio luego de verla repetidas veces fuera del tanque sentada en el sofá mirando el canal de la naturaleza.

—Max, cariño… —la mamá de Max se quedó mirando los adornos y las guirnaldas repartidos por toda la sala. Estaba sonriente, pero Max presintió que algo la estaba molestando.

—Cariño —le habló nuevamente—, ¿recuerdas cuando llevé las lindas galletas que hiciste al asilo de Olive Grove? El director me dijo que celebrarán la Navidad la mañana del 25 en lugar del 24… sé que querías que celebráramos tu cumpleaños esa mañana —continuó rápidamente—, y claro que quiero que lo celebremos. Pensé que lo mejor sería que tú decidieras. Tú decides qué hacemos este año el día de Navidad porque también es tu cumpleaños y queremos que sea especial para ti.

A Max no le costó mucho responder.

—¿No podríamos ir otro día al asilo? Ya envié las invitaciones para mi fiesta de cumpleaños —dijo Max. Si lo cancelaba ahora, ¿qué pensarían sus compañeros de clase, en particular Jones?

—Sí, sí, por supuesto —dijo su mamá rápidamente—. Muy bien, entonces arreglaré con el asilo para ir otro día. Ah, ¿crees que a AJ le gustaría venir? Canta muy bien…

—Seguro que le gustaría venir —dijo Max. A AJ le encantaba cantar y lo hacía bien—. Le preguntaré —replicó Max, aliviado de que todo estaba en orden nuevamente.

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Día 11
Diario de Reinaldo, 11 de diciembre

Desastre evitado. Sigue plan para fiesta.

Lo malo es no poder ir a la fiesta navideña del asilo Olive Grove. El Sr. Padraic tiene buena onda, pero lo podré ver otro día. Seguro que él preguntará cómo hacer pistolas laser con focos de linternas. Tal vez le pueda llevar unas golosinas sin que lo descubran.

Max
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Día 12
Diario de Reinaldo, 12 de diciembre

¡Hoy hicimos pomas de naranjas navideñas! ¡Voy a sorprender a todos decorando la sala con ellas la noche del chocolate caliente!

Max
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Día 13
Diario de Reinaldo, 13 de diciembre

Mis villancicos favoritos. Tuve que imprimir las letras, porque no las recuerdo todas de memoria. Pero estos son los que más me gustan para cantar a todo pulmón la noche que cantamos villancicos.

El burrito sabanero
Dime niño, de quién eres
En el portal de Belén
Dichosa tierra

Max
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Día 14
El de la sorpresa
Pero mira como beben los peces en el río,
pero mira como beben por ver a Dios nacido.
Beben y beben y vuelven a beber
los peces en el río por ver a Dios nacer.

Era la noche de villancicos y chocolate caliente para los Talley, y Max tenía antojo de algo dulce y caliente. Le había tomado casi toda la tarde preparar la «sorpresa» para su familia y estaba finalmente contento con el resultado. Hasta le había cedido todo su tiempo en la computadora a Sofía para que ella hiciera en su lugar la presentación en franelógrafo en el refugio de San Jerónimo, de modo que él pudiera quedarse en casa y preparar la sorpresa, la cual miró complacido en un rincón de la sala. Estaba lindísima. «Se van a sorprender».

Los últimos días habían sido un tanto extraños. Aunque al principio todos le habían preguntado sobre sus planes para su cumpleaños, poco después parecía que su familia lo esquivaba. Pensó en otras navidades, y como las cenas navideñas eran de lo más animadas con charlas y risas, pero últimamente parecía como si todos hubieran perdido el sentido del humor. Por eso Max decidió ser el organizador de la noche de villancicos y chocolate caliente. Le gustaba mucho cuando se juntaban en familia, para él eso era lo mejor de la Navidad.

Luego del éxito de las galletas no horneadas, a mamá le pareció bien que Max hiciera el chocolate caliente para la actividad familiar de esa noche. Y Max había convencido a su mamá para que comprara una bolsa de malvaviscos extra grandes para la ocasión. Max nunca había visto malvaviscos tan grandes; estaba seguro que papá también se quedaría impresionado.

La siguiente hora, Max se la pasó preparándolo todo. Le encantaba la Navidad. Lo que no me gusta es la otra parte, pensó. Pero eso cambiará. Max trajo las tazas favoritas de todos y encendió las luces centelleantes en el cuarto. Trajo también las pomas de naranjas que había preparado el otro día y las puso en la mesita del café. Por último, colocó un malvavisco en cada taza.

—Maximiliano Talley: ¿Qué es eso?

Sofía y Noé entraron al cuarto detrás de los señores Talley. Aparte de un entusiasta «yupi» de Noé, los demás guardaron silencio mirando el segundo árbol de Navidad en la sala. Era más pequeño que el de casi 2 metros, pero se compensaba por las variadas decoraciones y guirnaldas.

—Papá, mamá, Sofía. ¿Qué tal la visita al refugio? ¿Ah… esto? ¿Les gusta?

—Ese árbol, ¿está cantando?

—Sí, pero no es el árbol. Es…

Max buscó en el árbol y sacó una tarjeta. Presionó un botón y la canción de «cumpleaños feliz» se cortó.

—Los regalos de cumpleaños de Max van aquí —se escuchó a Sofía leyendo un cartelito que estaba al pie del árbol de Navidad-cumpleaños.

Su Papá se aclaró la garganta:

—Um, entonces, ¿este es tu árbol de Navidad para tu cumpleaños?

—Sí. Solo que lo podríamos llamar un árbol de Max-vidad. ¿Qué bueno, no? ¿Alguien quiere chocolate caliente? Los malvaviscos son los más grandes que he visto jamás —Max observó a todos los presentes—: ¿No vamos a celebrar con villancicos y chocolate caliente?

En ese momento, papá y mamá se quitaron los abrigos, Sofía se dirigió a la cocina y Noé corrió hacia los malvaviscos.

*
Día 15
Diario de Reinaldo, 15 de diciembre

Papá me ha pedido que lea Un villancico, de Charles Dickens. Así que ayer, mientras mamá, Noé y yo estábamos en la biblioteca, me senté a leer la versión infantil ilustrada de ese relato. Lo terminé en veinte minutos. El libro que he leído más rápido hasta ahora. Más que nada miré los dibujos. Ya me conocía buena parte del relato. Mamá y papá siempre hacen referencia al Sr. Scrooge, dicen: «No seas un Scrooge».

El Sr. Scrooge me da un poco de lástima. Me pregunto si su mal genio lo generó la falta de atención.

Max
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Día 16
Diario de Reinaldo, 16 de diciembre

Mañana AJ y yo vamos a hacer equipo para la competencia anual de construcción de castillos de nieve. El año pasado hicimos el típico fuerte estilo castillo, pero estoy pensando que este año debemos hacer algo totalmente diferente.

Recordatorio para mí: Decirle a AJ que se disfrace como alguien de Viaje a las estrellas para mi fiesta de cumpleaños…

Max
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Día 17
El día del castillo de nieve

Llegó el día de la competencia de construcción de fortalezas de nieve, y si bien el Sr. Talley prometió no lucirse demasiado con la suya para que los Miller tuvieran oportunidad de ganar, Max y AJ sí estaban compitiendo. El aire estaba muy fresco y los cielos de un azul brillante, un día perfecto para construir un castillo ganador.

—Para construir buenos fuertes de nieve es fundamental hacer ladrillos de nieve —dijo AJ, mientras comentaban sobre su estrategia. AJ sacó un recipiente Tupperware de una enorme bolsa negra que había traído a la competencia—. Este es un buen tamaño, ¿no te parece?

—¿Qué? Ah, sí. Con eso podemos hacer buenos ladrillos —confirmó Max comenzando a hacer una gran pila de nieve con su pala.

—¿Qué te parece si este año hacemos un coliseo romano? Me gustaría hacer algo que nadie ha hecho antes —AJ miró a Max—. ¡MAAAAX! ¿Me estás escuchando?

—Ah sí. Claro. Una… casa romana. Oye AJ, en cuanto a mi cumpleaños. Estaba pensando en las pistolas laser y, ¿no sería genial si todos vinieran disfrazados de personajes de Viaje a las estrellas? Creo que yo seré Obi-Wan Kenobi, y tú podrías ser Luke Skywalker. Voy a ir al asilo Olive Grove pronto y le pediré al Sr. Padraic —¿ te acuerdas de él?— que me ayude a hacer las pistolas de laser, y…

AJ dejó caer el ladrillo que estaba haciendo.

—Has estado hablando toda la Navidad sobre tu cumpleaños. Hasta te perdiste el recital de mi coro, y el otro día te olvidaste del show en el refugio… y hoy quiero construir el fuerte y que no me digas nada más de tu tonta fiesta.

—Pe-pero es que tú eres mi mejor amigo. Se supone que debes desear que celebre una fiesta de cumpleaños —Max se puso de pie con los puños apretados en la cintura.

—Sí, sí… pero está arruinando la Navidad…

Max se dio la vuelta, su rostro estaba rojo y sus ojos le ardían. Ya no quería construir un fuerte de nieve. Se quería ir a casa. Le dieron ganas de saltarse la Navidad. Hasta tenía ganas de olvidarse de su cumpleaños, ya que parecía que a nadie le importaba.

Esa noche mientras escuchaba a su madre tocar «Noche de paz» en el piano, intercalada con unos «yupi» de Noé, le dieron ganas de regresar al primer día de la Navidad y volver a comenzar de otra manera. Pero no sabía cómo.

*
Día 18
Diario de Reinaldo, 18 de diciembre

Vimos una película sobre una… «criatura» verde que vive en un pueblo que celebra la Navidad a lo grande. Pero a esa criatura NO le gusta la Navidad, y roba regalos, quita decoraciones e intenta ser el aguafiestas de todos. Tiene un buen final, pero me sentí mal por él. Yo creo que solo quería ser parte de las celebraciones y que no lo excluyeran.

Max
*
Día 19
Diario de Reinaldo, 19 de diciembre

The Ultimate Christmas Quiz (El gran concurso navideño): contesté 7 de 10 bien. Más difícil de lo que me esperaba.

Max
*
Día 20
Diario de Reinaldo, 20 de diciembre

Mamá nos leyó The Gift of the Magi (El regalo de los Reyes Magos) durante la cena. Después busqué los otros relatos de la Navidad (Christmas stories) que ella nos dijo que había en ese mismo sitio de Internet… Lo malo es que mis cupones navideños se ven de lo más insignificantes ahora.

Mañana veré al Sr. Padraic. Qué bueno. También quiero hacer las paces con AJ.

Max
*
Día 21
Max y el Sr. Padraic

—Arruiné la Navidad.

Max y el Sr. Padraic estaban sentados en la entrada del asilo Olive Grove, una caja de lucecitas de adorno por un lado y una bolsa de golosinas por el otro. Se escuchaba la canción Noche divina resonando en un sistema de sonido viejito. Los Talley estaban de visita y habían cantado villancicos en la cafetería durante el almuerzo. AJ los había acompañado pero todavía no le dirigía la palabra a Max. Y había llegado el momento tan esperado por Max de conversar con el Sr. Padraic sobre las pistolas laser con lucecitas de linternas, pero no podía evitar pensar en lo mal que se sentía.

—Todos están enojados conmigo.

—No creo que todos —el Sr. Padraic le mostró las golosinas rojas y verdes que tenía en la mano—. Yo no estoy enojado contigo. ¿Quién más me trae montones de golosinas deliciosas como estas?

—Entonces, las personas a las que se supone les intereso.

—Te refieres a tu cumpleaños, ¿verdad?

—Sí… quería llamar la atención de mi familia. No quería que se olvidaran que también es mi cumpleaños. Pero ahora todos me esquivan, y me esforcé tanto, pero seguro que será el peor cumpleaños de mi vida.

—Pues mira, han pasado muchísimos años desde que yo era un muchacho —el Sr. Padraic hizo una pausa para comer otro bocado de las golosinas—, pero la mejor manera de recibir cariño es brindándolo a los demás, y generosamente, con regularidad. Tú eres un muchacho muy amable y tus padres te aman. Seguramente están planeando algo lindo para ti.

Max no le quiso decir que había arruinado las posibilidades de que algo así sucediera por su insistencia en organizar él mismo su fiesta de cumpleaños.

—Yo amo a mis hijos —decía el Sr. Padraic—, y haría cualquier cosa por ellos.

Max recordó que la familia del Sr. Padraic vivía muy lejos y normalmente no llegaban a verlo para los feriados.

—¿Te visitará tu familia para Navidad?

—No, no. Pero no te preocupes por mí. Tienes mucho en qué pensar.

—Ya no me importa. Intenté hacer algo especial pero me siento pésimo, y AJ ni me habla. Quisiera revertirlo todo.

—Sabes que puedes, ¿verdad? Piensa en lo que hizo otras navidades muy especiales y repítelo; comenzando hoy mismo. Apresúrate porque ya no quedan muchos días. Pero tú eres quien pensó en un árbol de Navidad para tu cumpleaños. Eres ingenioso y estoy seguro que aceptarás el reto.

Camino a casa, Max reflexionó sobre lo que le dijo el Sr. Padraic. Todavía quería que los demás pensaran más en su cumpleaños, pero parecía que su plan no estaba dando resultado, y se arrepentía de haber arruinado la Navidad de su familia y de su mejor amigo.

No queda mucho tiempo, pero sí mucho que hacer, pensó Max. Quería remediar la situación.

*
Día 22
Diario de Reinaldo, 22 de diciembre

Durante el desayuno le dije a papá, a mamá y a todos que cancelaría mi fiesta de cumpleaños el día de Navidad para que todos pudiéramos ir al asilo Olive Grove para su fiesta navideña. Papá, mamá y Sofía se quedaron anonadados, y Noé dijo: «Yupiiii».

De verdad quería ver al Sr. Padraic el día de Navidad. Él no tiene a nadie con quien celebrar la Navidad y probablemente es la única persona a la que no le importaría nada celebrar mi cumpleaños conmigo.

Faltan tres días para Navidad y tengo un gran plan.

Max
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Día 23
Diario de Reinaldo, 23 de diciembre

Espalando nieve se pasa mucho frío. Cuando terminé la entrada de la casa eran las 7 de la mañana y me dieron ganas de volver a la cama. Pero llevé a Noé a la sala para que no despertara a mamá. Le cociné unos huevos para el desayuno. Y traté de enseñarle a Noé a decir «feliz…» para que diga «Feliz Navidad», solo que suena más como «féeeeis», pero algo es algo.

Debo buscar unas recetas. Decidí cocinar un desayuno/almuerzo mañana. Mamá me dijo que mientras no explote nada, no le importa dejar que otros cocinen.

Me pasé la noche volviendo a escribir mis cupones navideños…

Cupón navideño para papá: Te lavaré el auto. (VÁLIDO PARA TRES LAVADOS UN LAVADO.)

Cupón navideño para mamá: Cocinaré una comida. (VÁLIDO PARA DOS DÍAS UN DÍA DE LA SEMANA.)

Cupón navideño para Sofía: No voy a tocar tus pertenencias. (NUNCA POR MUCHO TIEMPO.)

Cupón navideño para Noé: Jugaré contigo. (VÁLIDO PARA DOS TARDES DE LA SEMANA CUANDO QUIERAS.)

Max
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Día 24
Diario de Reinaldo, 24 de diciembre
Menú para el desayuno/almuerzo del día de Nochebuena.

- Chocolate caliente con crema de leche y una hojita de menta fresca: para Sofía, Noé y para mí.
- Capuchinos espumosos para papá y mamá
- Bollitos de chocolate y calabacín
- Omelettes de queso
- Wafles con fresa
- Villancicos para los oídos

Me levanté a las 6 de la mañana para prepararlo todo, pero valió la pena. No se quemó nada excepto mi dedo meñique, y le puse una venda enorme para que todos lo vieran… Para que sepan que soy muy valiente y sé trabajar duro. Comimos, conversamos y nos reímos unas dos horas. Qué bueno que papá no tenía que salir a trabajar hoy.

Casi me olvido, mañana es mi cumpleaños…

Max
*
Día 25
Es Navidad

Navidad y un cumpleaños más, pensó Max. Sabía que había tomado la decisión correcta de ir al asilo Olive Grove esa mañana, aunque todavía deseaba que algo sucediera para su cumpleaños. Por lo menos hacer las paces con AJ sería un regalo increíble.

No había mucho tiempo para pensar, luego de cantarle rápidamente «Que los cumplas feliz» a Max, y de desearse feliz Navidad unos a otros durante el desayuno, mamá anunció que todos debían estar en el auto sin falta a las 10:30 en punto. Y que los regalos de Navidad y de cumpleaños los abrirían cuando volvieran a casa.

*

¿Me lo estoy imaginando o la recepcionista está vestida como la princesa Leia de «Viaje a las estrellas»? Max y su familia habían llegado a Olive Grove y estaban en la entrada. La recepcionista tenía una bata blanca y tenía el cabello peinado al medio con enormes rodetes a ambos lados, muy diferente del acostumbrado vestuario azul pálido que usa el personal.

¿Qué? ¿Estoy viendo a Wookie saliendo de esa esquina? ¿Con un sombrero de Papá Noel? Max miró a sus padres para ver cómo estaban reaccionando a esta realidad un tanto distorsionada. Estaban los dos mirando atentamente en otra dirección y luego el Wookie se aproximó directamente a Max.

—Feeiz-kupeaiii-fax.

—¿Quéee…?

Y el Wookie levantó la cabeza y la sonrisa del Sr. Padraic apareció.

—Feliz cumpleaños Max.

Era la señal, porque luego de eso, la sala de entrada se convirtió en una galaxia de visitantes extraterrestres: Masters Jedi, robots brillantes y muchas pelucas de la princesa Leia (¿y ese payaso?) todos cantando «que los cumplas feliz…» En otro rincón Max notó que habían traído incluso su árbol de Max-vidad y que tenía regalos apilados debajo de sus ramas.

—¿Sr. Padraic? ¿Papá? ¿Mamá?

—Originalmente fue idea del Sr. Padraic y nos llamó para contarnos el plan hace dos días, y luego AJ se unió, y todos queríamos hacer algo especial para ti.

Y finalmente apareció AJ junto a Max.

—Vaya, te ves genial —dijo Max refiriéndose al disfraz de Luke Skywalker que tenía puesto AJ.

—Traje uno para ti —dijo AJ sonriente, y luego añadió—: Lo siento por lo que pasó el otro día.

Y Max decía lo mismo. Los dos sonrieron.

—Mira lo que hizo el Sr. Padraic —dijo Jones, acercándose a AJ y a Max con una pistola laser hecha con lucecitas—. Esta es la mejor fiesta de cumpleaños que he visto.

Max se dirigió al Sr. Padraic:

—¿U-usted… hizo todo esto para mí?

—No solo yo. Tú papá, tu mamá y Noé también. Y Sofía te horneó un pastel azul. Y AJ llamó a tus compañeros de colegio. Cuando escuchamos que tú y tu familia vendrían para nuestra fiesta de Navidad, pues, todos se quisieron unir a la diversión.

—Pensé que todos me detestaban…

—Por favor… —dijo Sofía—. Te pusiste un poco insoportable cuando solo hablabas de… bueno, ya sabes.

—Es cierto. Lo siento. Intenté corregir mi error.

—Es comprensible —dijo mamá—. Y estamos más conmovidos de lo que podemos expresar. Debimos contarte que queríamos festejarte el cumpleaños como nunca antes… porque por supuesto que es lo que deseábamos. Pero estabas tan decidido a hacerlo por tu cuenta.

—Estaba insoportable —dijo Max, y le hizo bien decirlo.

Sabía que su familia lo perdonaría, era Navidad y su cumpleaños.

—Ya lo creo —dijo AJ, y todos sonrieron.

Diario de Reinaldo, 25 de diciembre

Rapidito, porque papá quiere hacer una rampa de nieve en el jardín. Solo quería anotar algo para acordarme el año que viene: las dificultades navideñas, al final no fueron nada difíciles.

Max
Fin
Texto: R. A. Watterson. Ilustración: Yoko Matsuoka. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2021.
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Etiquetas: relatos para niños, satisfacción, navidad