En Navidad se celebra uno de los sucesos más importantes de la historia de la humanidad: el momento en que Dios entró en nuestro mundo en la persona de Su Hijo, Jesús.
El evangelio de Mateo dice que el nacimiento de Jesús fue «para que se cumpliera el mensaje del Señor a través de Su profeta: ”¡Miren! ¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, que significa ‘Dios con nosotros’”»1. La concepción de Jesús fue distinta de cualquier otra que haya habido antes o después.
María recibió la visita de un ángel que le anunció:
Ángel Gabriel: «Concebirás y darás a luz un hijo que será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de Su padre David; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin»2.
María: «¿Cómo pasará esto?»3
El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Niño que nacerá será llamado Hijo de Dios»4.
María: «Soy la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra»5.
Nueve meses después nació esa persona única que era a la vez Dios y hombre: Emanuel, «Dios con nosotros».
La presencia de Dios entre nosotros se evidenció en hechos de Jesús, tales como:
Jesús: «Quiero, sé limpio».
Jesús: «Yo soy, no temáis».
Jesús: «¡Lázaro, sal fuera!»
Jesús: «Tus pecados son perdonados».
Malhechor: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino».
Jesús: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso»15.
En Navidad y cada día del año, todos nosotros en quienes habita el Espíritu de Dios somos en cierto sentido una extensión del «Dios con nosotros» en nuestra comunidad: para nuestros amigos y vecinos, nuestros colaboradores, los que nos atienden en los locales comerciales y restaurantes, y los desconocidos a quienes el Señor pone en nuestro camino.
El amor que expresamos al relacionarnos con el prójimo, nuestras palabras, nuestras acciones, la amabilidad y generosidad que manifestamos, la ayuda que ofrecemos, reflejan que el Espíritu Santo habita en nuestro interior.
Cuando otras personas perciben en nosotros algo singular y poco común y les explicamos que Dios está con nosotros y puede estar también con ellas, contribuimos a que se cumpla el propósito fundamental de la Navidad.
La Navidad es la celebración del «Dios con nosotros», del nacimiento del Hijo de Dios, que vivió y murió a fin de hacer posible que estableciéramos una relación con Dios y que el Espíritu de Dios habitara en nuestro interior. ¡Qué buena razón para celebrar con alegría!
Hombre: Los nuevos vecinos son muy amables.
Mujer: ¡Sí! Y sus niños son muy educados.
Secretaria: ¡Acaban de invitarnos a una enorme celebración navideña!
Camarero: ...y siempre son muy respetuosos con nosotros.
Músico callejero, pensando: ¡Caramba! ¡Me dieron diez euros!
Mujer: Pase, Sr. Martínez. ¡Feliz Navidad!
1 Mateo 1:22-23.
2 Lucas 1:31-33.
3 Lucas 1:34.
4 Lucas 1:35.
5 Lucas 1:38.
6 V. Mateo 8:1-4, 14-15, 9:27-33, 12:22-23, 17:15-18, 20:30-34, 21:14; Marcos 1:30-31, 7:32-37, 8:22-25, 9:25-27, 10:46-52; Lucas 4:33-35, 8:27-35, 9:38-42, 14:1-4, 18:35-43; y Juan 4:46-53, 9:1-7.
7 V. Mateo 14:14-21.
8 V. Mateo 15:32-38.
9 V. Mateo 14:22-33.
10 V. Lucas 7:11-16.
11 V. Marcos 5:22-23, 35-43.
12 V. Juan 11:1-44.
13 V. Mateo 9:2-8.
14 V. Colosenses 1:19-22, 2:13-14 y Efesios 2:13-19.
15 Lucas 23:43-44.
Este artículo es un extracto de «Emanuel». Rincón de los directores. 8 de diciembre de 2015.Autor: Peter Amsterdam. Ilustración: Jeremy. Diseño: Roy Evans.Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2020