Cuando los hijos de Israel se preparaban para cruzar el Jordán, Josué envió a los sacerdotes con el arca del pacto. Dijo al pueblo: «Cuando veáis el arca del pacto del Señor vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que la llevan, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella1 a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir»2.
Con frecuencia siento que estoy viviendo algo que nunca antes me ocurrió. Me enfrento a una situación o dilema que es nuevo para mí y no sé cómo lidiar con el asunto. ¿Me voy? ¿Me quedo? ¿Acepto esta oferta o no?
Algunas decisiones son fáciles de tomar. Hay situaciones que son cotidianas y van por un camino más o menos predecible aun siendo situaciones nuevas. En otras ocasiones la sensación es que uno entró en territorio nuevo lleno de peligros y escollos.
Los hijos de Israel no sabían cómo resultarían las cosas. Sabían que tenían que seguir adelante porque se dirigían a la tierra prometida, pero también estaba el río Jordán obstaculizando el camino.
Seguramente se preguntaron: «¿Cómo vamos a cruzar el río, eso sin hablar de conquistar toda la región?» Imagínense, un país con millones de habitantes, animales y posesiones, cruzando un río caudaloso hacia una región ocupada por enemigos.
Los israelitas no habían viajado en esa dirección antes y no sabían qué hacer. Por eso tenían que seguir al arca. El arca representaba el Espíritu de Dios y Sus promesas. Al seguir el arca —seguir a Dios— podían seguir adelante con confianza, sabiendo que se dirigían en la dirección correcta.
Pero seguir a Dios puede ser difícil. Sus caminos no siempre parecen tener sentido. A veces puede parecer una locura, como cuando instruyó a Josué: «Tú, pues, mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán»3. Es decir: «Vayan hasta el río y luego verán lo que haré».
«Cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua; las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos»4. Y los sacerdotes se pararon en medio del río seco mientras los israelitas lo cruzaron con toda seguridad.
Este relato ofrece una fórmula estupenda para tomar decisiones. Cuando tienes que tomar decisiones difíciles, cuando estás en «territorio desconocido» y se te presentan retos inesperados o aparentes imposibilidades, no dejes de poner los ojos en Jesús. Él está a la vanguardia, delante de ti, y solo tienes que obedecer Sus instrucciones y seguir Su guía.
Si te apresuras no sabrás adónde vas y puede que termines en el destino equivocado. Solo Dios sabe lo que está delante, por lo que es mejor seguirlo.
A Dios le importan tus dificultades, preocupaciones y dilemas de la misma manera que le interesaban los millones de israelitas que estaban al borde del río Jordán. Dios nos promete que si lo buscamos de todo corazón lo hallaremos5. De modo que si de verdad quieres saber lo que Él quiere y hacia dónde te está guiando, búscalo, cuéntale tus problemas y preocupaciones, escucha Sus respuestas y prepárate para seguir Sus instrucciones, y entonces podrás tener la certeza de que Él te guiará.
Observación: Aquí encontrarán una adaptación de la historia de Josué y su pueblo cuando cruzaron el río y derrotaron a Jericó.
Notas a pie de página:
1 Josué 3:3
2 Josué 3:4
3 Josué 3:8
4 Josué 3:15–16
5 Jeremías 29:13
Texto: Marie Story, adaptado. Ilustración: Alvi. Diseño: Stefan Merour.Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2017