Una amiga me contó que de pequeña cuando su mamá compraba pastel o helado para postre, su hermano y ella se peleaban por conseguir el pedazo más grande. Para detener las peleas su mamá mantenía una balanza de cocina cerca de la mesa del comedor y pesaba cada plato de postre para asegurarse de que pesaban exactamente lo mismo, ni un gramo más ni uno menos. Y lo hizo durante años.
Es fácil ver la vida como si solo hay cierta cantidad de pastel para repartir. Por ejemplo, si tu mamá sirve pastel y primero le da a tu hermano un pedazo grande, eso significa que tú tendrás menos pastel, ¿verdad? Claro que eso es cierto en cuanto al pastel... pero no en lo referente a muchas otras cosas de la vida.
Tendemos a creer en poquito o en mucho.
Si te encuentras en Villa Poquito, crees que cosas como el amor, las ideas, las oportunidades, la imaginación y los recursos son limitados. Cada una de esas cosas son como un pastel que se corta en porciones y cuando alguien toma un pedazo, queda menos para ti. Como podrás imaginarte, en Villa Poquito existe poquísima buena voluntad. Todos solo piensan en sí mismos. A nadie le importa robarle un pedazo de pastel a otra persona porque si no peleas por conseguir tu propio pedazo, te quedarás sin nada. Si tienes la suerte de agarrar un trozo de pastel, ni siquiera tendrás tiempo de disfrutarlo. Tendrás que comértelo rápido antes de que otro te lo arrebate. Poquito parece triste, ¿verdad?
En cambio, Villa Mucho es completamente distinta. En Villa Mucho, todo el mundo cree que el amor, las ideas, las oportunidades, la imaginación y los recursos son ilimitados. Allí, siempre están de fiesta. Las personas disfrutan del pastel en todo lugar. Cuando alguien descubre una pastelería fantástica, en vez de guardarse el secreto para ellos solos, se la recomiendan a todo el mundo. Las recetas se intercambian, se mejoran y se adaptan. Algo que es cierto en Villa Mucho es que nadie se queda sin pastel. De hecho, la mayoría comparten la opinión de que los mejores pasteles aún están por crearse, por disfrutarse y por compartirse.
Es sorprendente, pero en Villa Poquito parece que haya cada vez menos pasteles. Todos están preocupados pensando en el día en que alguien se coma el último bocado. Y, entonces ¿qué pasará? ¿Será el fin de la felicidad y de las cosas buenas?
Pero en Villa Mucho nadie tiene miedo de quedarse sin pastel. Existe la creencia de que «toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación»1. A nadie le preocupa que llegue el día en que el Señor decida que ya ha entregado todo el pastel que iba a dar.
El relato anterior sobre los pasteles muestra dos ejemplos sobre los que modelar tu vida, y el que elijas se convertirá en tu realidad. La Biblia dice: «El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará»2.
Posees la facultad de decidir en qué villa deseas vivir. ¿Preferirías una villa donde siempre estás al borde de la inanición, donde escasean el amor, las ideas, los recursos y las oportunidades? ¿O una villa donde aún están por llegar las mejores oportunidades, las ideas más excelentes, los recursos más abundantes y el amor más profundo, donde alcanza para todo el mundo? Elige hoy con mucho cuidado la villa (o debería decir, la realidad) en la que quieres vivir.
Notas a pie de página
1 Santiago 1:17
2 2 Corintios 9:6 (NVI)
Texto: Mara Hodler, adaptado. Publicado por primera vez en Solo1cosa. Ilustración: Jeremy. Diseño: Stefan Merour.Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2016