Si no te esfuerzas para conseguir nuevos objetivos y desafíos, no avanzarás en la vida. Mientras otros siguen adelante hacia nuevas experiencias, te quedarás rezagado, o aún peor, retrocederás de vuelta a malos hábitos o características que estabas tratando de dejar atrás.

Cuando te acostumbras al lugar donde vives, la gente que te rodea o las cosas con que estás familiarizado, es fácil apoyarse en la manera en que sueles hacer las cosas que te brindan seguridad y felicidad.

Los cambios en la vida exigen ajustes y adaptación, ya sea para adquirir una nueva habilidad, hacer nuevas amistades o estar en un entorno desconocido o nuevo.

Los cambios en tu vida —sean grandes o pequeños— también incluyen superar malos hábitos o actitudes.

Los nuevos retos y sucesos de tu vida te mantendrán flexible y adaptable. Aceptar los cambios te ayudará a ganar confianza y aptitudes que no tenías antes.

Los nuevos cambios y desafíos surgen de muchas formas diferentes. Algunos ejemplos:

• Aprender un nuevo deporte en el que no te desenvuelves bien,
• Dar la bienvenida a nuevos integrantes en tu familia,
• Asumir nuevos propósitos,
• Aprender otro idioma,
• Mudarte lejos de tu familia y amigos,
• Probar alimentos por primera vez,
• Comenzar en un nuevo colegio o clase con un profesor diferente,
• Aprender composiciones más complejas con un instrumento musical,
• Establecer nuevos hábitos en tus rutinas diarias.

Algunos cambios se disfrutan, y otros preferiríamos evitarlos. Quizás no quieres tener que probar un nuevo alimento, ni mejorar cierta técnica, ni dejar atrás a tus amigos.

Cuando te resulte difícil aceptar un nuevo cambio en tu vida, pídele ayuda a Dios. Dile que te muestre los beneficios que aporta dicho cambio, cómo disfrutarlo y qué pasos puedes seguir para obtener la perspectiva correcta y aceptar ese cambio con alegría y gratitud.

Como hijo de Dios, los cambios representan una oportunidad perfecta para apoyarnos en Jesús y acercarnos más a Él, porque aunque las circunstancias o las personas que nos rodean cambien, siempre podemos apoyarnos en el hecho de que «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre»¹. Él es tu factor constante sin importar los nuevos cambios o desafíos que enfrentes.

¡Los cambios pueden ser una experiencia dichosa si aprendes a aceptar lo nuevo con una actitud de expectación, fe y esperanza! Nunca sabrás lo que puedes lograr ni las cosas buenas que pueden surgir hasta que te animes a aceptar los cambios.

Para reflexionar:

No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7; NTV).

Notas a pie de página:

¹ Hebreos 13:8