Rincón de las maravillas
La piedra en el camino
miércoles, enero 26, 2022

Había una vez un rey que se sentía muy triste. Los habitantes de su reino eran sumamente egoístas. Nadie ayudaba a los demás. Se peleaban entre ellos para obtener más cosas, y se quejaban y murmuraban por todo.

Cierto día, el rey se encontraba mirando por la ventana. Estaba observando el terrible comportamiento de sus súbditos, cuando se preguntó:

—¿No habrá una persona justa y fiel en todo mi reino? —Pensó en ello por un momento y finalmente exclamó—: ¡Tengo un plan! Pero no debo dejar que nadie se entere o no funcionará.

Aquella noche, un hombre cubierto por una gran capa negra salió furtivamente del castillo. Se dirigió al camino principal y empezó a cavar. Luego rodó un objeto muy pesado hasta el camino.

Muy temprano a la mañana siguiente el rey se asomó a una ventana desde la que se veía la plaza del mercado. Allí observó algo muy extraño. El camino se encontraba obstruido por una enorme roca. Una muchedumbre se había congregado alrededor de ella. El rey sonrió. Dijo:

—Pronto sabré quién siente interés por el bienestar de los demás y del reino.

El día transcurrió. Campesinos, carruajes y hombres a caballo pasaron al lado de la roca. Incluso los grandes caballeros y nobles del reino tuvieron que rodearla. Algunos se detuvieron a gritarle de manera enojada. Otros la patearon. Pero nadie se esforzó por moverla.

El día transcurrió lentamente. El rey se asomó muchas veces para ver si alguien había movido la roca. Pero nadie lo hizo. El camino estuvo bloqueado todo el día.

El sol empezó a ponerse. El rey se asomó a la ventana una vez más. Se sentía muy triste. ¿No hay nadie lo suficientemente considerado como para mover la piedra?, pensó.

En la distancia se veía a un viejo pastor guiando a sus ovejas por el camino.

—Pero, ¿qué hace esta roca en medio del camino? —se preguntó—. Está bloqueando el paso. Debería moverla para que todos transiten tranquilamente.

Era una tarea difícil para el anciano pastor, pero con la ayuda de su enorme cayado empezó a moverla. Finalmente rodó a un lado del sendero.

Para su sorpresa, encontró un pequeño cofre en un hueco en el suelo. Había estado oculto por la roca. Al abrirlo descubrió que estaba lleno de monedas de oro.

También había una carta. Decía:

Para la persona que se preocupa lo suficiente por los demás como para mover la piedra: este oro es para usted.
Con aprecio,
Su majestad, el Rey
«Servir al pobre [o a quien lo necesite] es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones» (Proverbios 19:17, NVI).
Texto: Paul Williams. Basado en las publicaciones de LFI. Ilustración: Zeb. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2022
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Etiquetas: relatos para niños, consideración y bondad, generosidad