Cierto día enviaron un mensajero a Jesús con una petición de Sus amigas, María y Marta, para que fuera a la ciudad de Betania. Su hermano Lázaro, que también era uno de los apreciados amigos de Jesús, estaba muy enfermo y las hermanas de Lázaro le estaban pidiendo a Jesús que fuera rápidamente a sanarlo.
Al oír la noticia, Jesús dijo que su enfermedad no era de muerte, sino que era para la gloria de Dios. Luego Jesús esperó dos días antes de ir a Betania. Para cuando Jesús llegó, Lázaro ya había muerto y lo habían enterrado en una cueva que se utilizaba como tumba. María y Marta estaban muy tristes, pero Jesús las consoló diciendo: «El que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá» (Juan 11:25).
Jesús se dirigió al lugar donde habían enterrado a Lázaro y le pidió a los hombres que quitaran la gran piedra que cubría la entrada de la tumba. Una vez que hubieron quitado la piedra, Jesús gritó: «¡Lázaro, ven fuera!» (Juan 11:43).
¡De inmediato, Lázaro salió vivo de la tumba! Fue un milagro y muchos creyeron en Jesús.
Pueden leer el relato completo en Juan 11:1-45.
Escrito e ilustrado por Didier Martin. Traducción: George Gubbins Vásquez y Antonia López.© Didier Martin , 2011. Utilizado con permiso.