Rincón de las maravillas
El fascinante relato de la primera Navidad
miércoles, diciembre 19, 2018

María era una joven hermosa. Estaba comprometida con José, un carpintero. Vivían en Nazaret, una aldea al norte de Israel.

Cierta noche, poco antes de la boda, un ángel se le apareció a María. Se trataba de un ángel muy importante: el arcángel Gabriel. Los arcángeles se encuentran a cargo de grandes grupos de ángeles. El grado de arcángel es similar al de general de un ejército, que dirige a muchísimos soldados. (En la Biblia, Dios envió en varias ocasiones al arcángel Gabriel a transmitir mensajes muy importantes.)

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo:

—¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo1.

¿Quién podrá ser?, se preguntó. ¿Qué es lo que me está diciendo? La visita de un ángel es muy especial, por lo que imaginarán la sorpresa de María.

—No tengas miedo, María —le explicó Gabriel—. Dios quiere bendecirte. Pronto quedarás encinta, y tendrás un hijo. Lo llamarás Jesús. Él será muy importante. Será llamado el Hijo de Dios. Reinará sobre Israel para siempre. Su reino será eterno2.

El arcángel Gabriel se refería a la Israel espiritual. Es un reino conformado por quienes participan del reino de Dios por fe. Jesús es el Rey de quienes creen en Él, el Hijo de Dios.

María le preguntó al ángel:

—¿Cómo puede ser cierto, si aún soy virgen?

—El Espíritu Santo hará que el poder de Dios descienda sobre ti —respondió el ángel—. Tu bebé será llamado el Hijo de Dios3.

El Evangelio de Mateo nos relata que el ángel de Dios se le apareció también a José para darle las impresionantes nuevas que su futura esposa estaba embarazada. Es muy angustiante para un hombre descubrir que su prometida está embarazada de otra persona. La mayoría de los hombres romperían el compromiso. Lo más probable es que José también consideró romper su compromiso con María. Pero Dios permitió que un ángel del Señor se le apareciera en un sueño.

—José, hijo de David, no tengas miedo de recibir a María por esposa, porque el niño que lleva dentro de ella fue concebido por el Espíritu Santo.

—Y tendrá un hijo y lo llamarás Jesús (que significa Salvador), porque Él salvará a su pueblo de sus pecados4.

*

Cuando el ángel le contó a María que quedaría embarazada del bebé Jesús, le anunció también otras noticias sorprendentes.

—Te traigo buenas nuevas sobre tu prima Elizabeth. Aunque es una señora mayor, y no puede tener hijos, también ha quedado embarazada. Nada es imposible para Dios5.

María sabía que Elizabeth era demasiado mayor para tener un bebé. De modo que cuando el ángel le contó que Elizabeth estaba embarazada, María se sorprendió mucho.

Al escuchar esas noticias misteriosas y fantásticas, María le dijo al ángel:

—Soy la sierva de Dios. Creo en todo lo que me has dicho6.

Poco después, María fue a visitar a Elizabeth y se quedó con ella. Entonces ocurrió algo maravilloso. Eso fue antes que María tuviera oportunidad de contarle a Elizabeth lo que había sucedido.

El hijo dentro de Elizabeth saltó al escuchar las palabras de María. Y Elizabeth fue llena del Espíritu Santo. La señora mayor dio un grito de alegría y dijo:

—Has sido favorecida por Dios sobre todas las mujeres. Tu hijo está destinado a ser la mayor alabanza a Dios. ¡Qué gran honor es recibir a la madre de mi Señor! El momento en que escuché tu voz, el bebé en mi interior se movió de alegría7.

Fue como si Juan, el bebé, conociera la voz de la madre de Jesús.

Elizabeth animó a María al decirle:

—Eres bendecida porque creíste en el mensaje de Dios para ti8.

El siguiente pasaje es una hermosa expresión de la alegría de María al ser la madre de Jesús, el Hijo de Dios. Se conoce como el Magnificat, o la Canción de María.

«Engrandece mi alma al Señor
y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
porque ha mirado la bajeza de su sierva,
pues desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones»9.

María se quedó con Elizabeth durante tres meses. Luego volvió a su casa. Cuando llegó el momento, Elizabeth dio a luz a un niño.

El primer libro de Lucas nos cuenta un poco más sobre lo que sucedió antes que Elizabeth quedara encinta. Elizabeth y su esposo, Zacarías, se encontraban muy decepcionados y tristes. No podían tener hijos. Cierto día, mientras Zacarías realizaba sus labores como sacerdote del templo, un ángel del Señor se le apareció. Le dijo que su esposa quedaría embarazada.

Pero Zacarías no creyó las palabras del ángel. Elizabeth era una señora muy mayor para tener hijos. Entonces el ángel hizo que Zacarías quedara mudo. El ángel dijo:

—Ahora quedarás mudo y no podrás hablar hasta que mi mensaje se cumpla. Es el castigo por no creer en mis palabras, las cuales se harán realidad10.

Por supuesto que una vez que Elizabeth quedó encinta, Zacarías creyó en las palabras del ángel. Se habían hecho realidad.

Dios le dijo a Zacarías que llamara al bebé Juan. Pero en aquellos tiempos, los niños eran nombrados como sus padres. Cuando nació el bebé, Elizabeth dijo:

—Su nombre es Juan.

Pero las personas que la escucharon respondieron:

—¡No puede ser! El nombre de su padre es Zacarías. El bebé debe tener el nombre de su padre.

Entonces Zacarías escribió:

—¡Su nombre es Juan!

En ese momento Zacarías demostró que su fe era firme. Él obedeció y llamó a su bebé como le había pedido Dios. Entonces Dios abrió su boca, y volvió a hablar.

El Espíritu Santo inspiró a Zacarías en ese momento a dar una hermosa profecía sobre Jesús, el poderoso Salvador, que Dios había prometido que vendría a salvar a Su pueblo. La profecía también se refería a su bebé, Juan. Él prepararía el camino del Mesías y le explicaría a la gente cómo obtener la salvación y el perdón de sus pecados. Además habló de la misión de Jesús de transmitir vida, luz y paz a todos los que se hallaban en tinieblas espirituales.

María y José vivían en Nazaret. Pero Dios había dicho cientos de años antes —mediante el profeta Miqueas— que el Mesías nacería en Belén.

Pero tú, Belén Efrata,
tan pequeña entre las familias de Judá,
de ti ha de salir el que será Señor en Israel;
sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos,
a los días de la eternidad11.

María estaba pronta a dar a luz. Por esa época, César Augusto, el emperador romano, ordenó que todos los habitantes del mundo romano fueran contados. En otras palabras, María y José debían volver a Belén, la tierra de sus ancestros, para el censo.

La travesía a Belén era muy, muy larga. Belén quedaba muy al sur. Por lo general se dibuja a María viajando sobre un burro. Pero el camino es muy arduo, incluso sobre un burrito. Cuando se viaja en burro, se siente un salto con cada paso del animalito, pero seguramente era mejor que caminar.

José y María llegaron a Belén justo a tiempo. En ese momento María empezó a sentir las contracciones. ¡Había llegado la hora de que naciera el bebé!

Pero no había hospitales donde dar a luz. No había doctores ni enfermeras que ayudaran a María. Ni siquiera tenían un lugar donde alojarse. Tal vez los familiares de José ya no vivían allí o no tenían dónde hospedarlos. A fin de cuentas, muchísima gente había viajado a Belén en esa fecha.

José tocó a la puerta de una posada y preguntó si tenían cuartos disponibles.

El posadero se rió sorprendido:

—No. ¡Claro que no! Han llegado muchísimas personas a Belén y está todo lleno. ¡No cabe nadie más en mi posada! No tengo espacio.

—Pero mire, mi esposa está a punto de dar a luz. ¡Necesitamos un lugar! —le suplicó José.

El posadero sintió lástima de la pobre María:

—Supongo que pueden alojarse en mi establo esta noche.

Al menos no pasarían frío. Estarían a salvo del viento y la lluvia, aunque ello significara acomodarse entre los animales.

Esa noche María dio a luz al bebé en el establo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en el pesebre. ¿Saben lo que es un pesebre? Es un comedero para los animales. Por lo general está hecho de madera y se le pone heno o grano para que coma el ganado12.

Al mismo tiempo, había unos pastores en las colinas cercanas. Estaban cuidando de sus ovejas. Un ángel se les apareció y les dijo:

—Les traigo las más alegres noticias, y son para todo el mundo. El Salvador —sí, el Mesías, el Señor— ha nacido esta noche en Belén. ¿Cómo lo reconocerán? Encontrarán al bebé envuelto en una manta y acostado en un pesebre13.

Luego de esa asombrosa proclamación, el cielo se iluminó con una luz muy brillante. Un grupo de ángeles apareció de pronto. Cantaban: «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad!»

Los pastores se emocionaron muchísimo al escuchar las noticias. Cuando los ángeles desaparecieron, los pastores se dijeron:

—¡Vayamos a ver al Mesías!

Los pastores corrieron a Belén, y de alguna manera encontraron al bebé Jesús. Dios debió guiarlos, porque encontraron a Jesús en el pesebre de un establo. María y José debieron sentirse muy felices y emocionados al escuchar que los ángeles se habían aparecido a los pastores y les anunciaron que Jesús —el Mesías— había nacido14.

José, María y el bebé Jesús se quedaron en Belén durante un tiempo.

José era un carpintero talentoso y trabajador. Lo más probable es que encontrara trabajo para cuidar de su familia. Seguramente al principio trabajó para el posadero. Los hoteles y las posadas alojan a muchas personas y suelen necesitar arreglos continuos. Por eso suponemos que habría trabajado en la posada. A lo mejor el posadero le ofreció a José un trabajo a cambio de alojamiento en la posada hasta encontrar una casa propia.

Pasaron dos años hasta que los sabios —también conocidos como reyes magos— llegaron de Mesopotamia en busca de Jesús. Eran astrónomos muy inteligentes. Mediante sus estudios de las estrellas, Dios les reveló que un gran rey nacería en Judea. En ese momento, sin embargo, no entendían de quién se trataba.

Dios se valió de una estrella para guiar a los reyes magos. Pero según parece, al llegar a Israel recurrieron a su razonamiento natural. Dijeron:

—Preguntémosle al rey de Jerusalém dónde se encuentra el Rey de los Judíos. El rey Herodes seguramente conoce el lugar de nacimiento del nuevo rey.

De modo que le preguntaron al rey de Israel en vez de continuar siguiendo la estrella.

El rey Herodes pensó: ¡Oh no! ¿Qué otro rey ha nacido en este país? ¡Yo soy el rey!

El rey Herodes era malvado y muy astuto. Pensó: A mí también me gustaría saber dónde se encuentra ese rey. Le dijo a los hombres sabios:

—Cuando encuentren al Rey de los Judíos vuelvan aquí y avísenme dónde se encuentra. Yo también deseo adorarlo.

Pero el rey Herodes no planeaba adorar al Rey de los Judíos. ¡Quería matarlo!

Luego el rey Herodes llamó a sus más sabios consejeros y les preguntó:

—¿Dónde se supone que nacerá el tal Mesías de los Judíos?

Ellos le respondieron:

—De acuerdo a las antiguas profecías, el Mesías nacerá en Belén.

«Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá,
porque de ti saldrá un Guiador,
que apacentará a Mi pueblo Israel»15.

Los hombres sabios continuaron siguiendo la estrella y llegaron a Belén. Allí encontraron a Jesús. Entonces le ofrecieron los tres regalos que le habían traido.

Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron. Luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra16.

El incienso es un delicioso perfume empleado por los sacerdotes. El oro es el símbolo de los reyes. Ambos regalos indicaban que Jesús era el Hijo de Dios. ¡Era real y divino!

La mirra es una savia fragante. Se empleaba en la creación de incienso y para perfumar los entierros ceremoniales. El regalo indicaba que Jesús moriría por la humanidad para salvarnos de nuestros pecados.

Poco después, Dios habló a los hombres sabios en un sueño. Les dijo:

—No vuelvan con el rey Herodes. El rey Herodes no quiere adorar a Jesús. Siente temor y celos de Jesús. Cree que cuando se convierta en un rey importante, le arrebatará el reino.

Los reyes magos volvieron a su casa por otra ruta. Engañaron al malvado rey Herodes. El rey Herodes esperó y esperó y esperó a que los reyes magos volvieran. Pero nunca regresaron.

Cuando ya se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.

Esa misma noche, José partió para Egipto con María y el bebé, donde permaneció hasta la muerte de Herodes17.

Egipto se encuentra a 300 kilómetros de Belén. En aquellos tiempos era una distancia muy larga. Pero Dios sabía que Jesús se encontraría a salvo allí mientras el rey Herodes se encontrara con vida.

¿Cómo creen que realizaron ese viaje? José era solo un carpintero. Los viajes suelen ser muy costosos. No tenían que pagar para usar el burrito, pero requerían de alimentos y otras necesidades. A lo mejor llevaron consigo una tienda y demás equipo para acampar.

De todas maneras, vivirían en un país extraño y entre personas que no conocían durante varios años. Lo más probable es que José no encontrara trabajo y que no conocieran el idioma. Pero tenían suficientes medios para sobrevivir.

¿Recuerdan que uno de los reyes magos le llevó a Jesús un regalo de oro? Era mucho dinero. Eso les permitió viajar y vivir tranquilos. ¿Verdad que Dios es maravilloso? Dios cuidó de ellos y suplió para todas sus necesidades.

Luego que José y María viajaron con Jesús, el rey Herodes ordenó a sus soldados marchar a Belén. Les ordenó encontrar y matar a Jesús. Pero Dios había advertido a José. De modo que el plan del rey Herodes fracasó.

Varios años después, Dios le dijo a José:

—El peligro ha pasado. El rey Herodes ha muerto. Puedes volver a tu casa en Nazaret.

De modo que María, José y Jesús viajaron de vuelta a Nazaret.

Habían estado fuera bastante tiempo, y su familia y amigos se preguntarían qué había sido de ellos. La joven pareja se había ido a Belén cuando María estaba embarazada, ¡y volvieron con un niño ya crecidito.

Cabe suponer que Jesús aprendió muchísimo en Egipto. En aquel entonces era un país muy avanzado en términos tecnológicos y culturales. Dios envió a Jesús allí a recibir una buena educación.

De esa manera también se cumplió la profecía sobre el Hijo de Dios saliendo de Egipto. «De Egipto llamé a Mi hijo»18.

Esa es la historia de la primerísima Navidad. ¡Ocurrió hace 2.000 años! Es maravilloso recordar que Jesús continúa con nosotros hoy en día.

Que Dios los bendiga y haga de ustedes una bendición. Y como dice la canción: «Que todas sus Navidades sean maravillosas».


1 Lucas 1:26-29.

2 V. Lucas 1:30-33.

3 V. Lucas 1:34-35.

4 Mateo 1:20-21 (NTV).

5 V. Lucas 1:36-37.

6 V. Lucas 1:38.

7 Lucas 1:42-44.

8 V. Lucas 1:45.

9 Lucas 1:46-48.

10 Lucas 1:20 (NVI).

11 Miqueas 5:2.

12 Leer Lucas 2:1-7.

13 Lucas 2:10-12.

14 Leer Lucas 2:14-19.

15 Mateo 2:6.

16 Mateo 2:11.

17 Mateo 2:13-15 (NVI).

18 Oseas 11:1.

Adaptado por el equipo de Rincón de las maravillas. Basado en escritos publicados por LFI. Ilustración: Jeremy. Color: Sandra Reign. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2018
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Etiquetas: relatos para niños, jesús, navidad