Rincón de las maravillas
Había una vez en el planeta Nog: Exposición de oficios y habilidades
miércoles, abril 28, 2021

—Ahhh, ¡creo que Nog tiene un gran futuro por delante! —exclamó el rey Bloguiano mientras contemplaba sus tierras desde el balcón del palacio—. Me encanta ver a los niños estudiar y aprender. Todos los alumnos están adquiriendo conocimientos y talentos que los ayudarán a convertirse en ciudadanos buenos y productivos de nuestro reino, y mi deseo es que un día lleven a Nog a alcanzar nuevos niveles de éxito.

El rey Bloguiano y Torhec observaban a un grupito de escolares en plena clase de la mañana, sentados en sus escritorios a la sombra de un enorme árbol. Es que, en la tierra de Nog, las escuelas siempre funcionaban al aire libre. El agradabilísimo clima de Nog y el hecho de que solo lloviera por la noche lo hacían posible. Los nogoleses creían que el aire libre mejoraba las habilidades de aprendizaje de los niños.

—El futuro de Nog les pertenece —les dijo la señorita Apsel, la instructora—, porque cuando crezcan, ustedes serán los futuros ciudadanos y líderes de nuestro hermoso país.

—A fin de prepararlos para el futuro, el rey Bloguiano exige que nosotros, sus profesores, los animemos a todos a adquirir nuevas habilidades extraescolares que les ayuden en la vida cuando sean grandes. Como lo dijo tan bien el rey Bloguiano, «todas las habilidades que adquieran hoy, en el futuro se convertirán en piedras firmes que sustentarán la casa de su satisfacción».

—Señorita Apsel, ¿eso qué quiere decir? —preguntó Tinchi, de ocho años.

—El rey Bloguiano simplemente se refiere a que cada vez que se vuelven diestros en el manejo de determinada habilidad en la vida, adquieren un talento que los ayudará a llevar vidas con propósito y sentirse satisfechos.

—He traído un listado de los oficios y habilidades que he dominado hasta el momento.

La señorita Apsel dibujó una pila de diez piedras moradas en una pizarra. En cuatro de las diez piedras escribió diferentes habilidades: «enseñar», «hornear pastas y servir banquetes», «confeccionar vestidos» y «correr maratones».

—Y hay muchos más que quiero adquirir —continuó, señalando las piedras que estaban en blanco—. Este año practicaré montañismo. Ya comencé a entrenar para escalar el Monte Morado, la montaña más alta de todo Nog. Cada una de esas destrezas forma parte de mi casa de la realización.

—Una vez que adquiramos una habilidad nueva —dijo Merchi, el niño que estaba sentado detrás de Tinchi— podremos disfrutarla toda la vida.

—Y también podremos trabajarlas aún más a medida que seguimos agregando otras —añadió Manchi, un chico alto y delgado.

—Dentro de ocho meses el rey Bloguiano celebrará La exposición de oficios y habilidades. Asistirán niños de todos los rincones de Nog para presentar sus nuevas habilidades adquiridas.

—Uf, aún falta mucho —dijo Nansel, una pequeña muy delgadita de siete años.

—Toma tiempo adquirir habilidades nuevas. Te sorprenderá lo rápido que pasan esos ocho meses.

*

Ese fin de semana, Tinchi, Nansel, Merchi y Manchi hablaron con sus padres acerca de las habilidades en que se concentrarían a fin de prepararse para la gran exposición.

—Tu tío Bersac es un eximio carpintero —dijo su mamá a Merchi, cuando este les contó que quería aprender a fabricar muebles y estantes.

—Yo creía que era pintor —replicó Merchi.

—Esa es apenas una de sus múltiples habilidades. Estoy segura de que te enseñaría con mucho gusto.

—¿Qué te gustaría que te enseñara a hacer Bersac? —preguntó el papá de Merchi.

—Quisiera aprender a hacer unas estanterías para mamá, para que pueda lucir ahí su vajilla de porcelana —explicó Merchi.

*

—A mí me gustaría aprender a bordar, mamá —dijo Nansel a su madre—. Así podré bordar cosas muy bonitas para regalar a otros.

—Sé tejer al crochet y macramé, pero nunca aprendí a bordar —dijo la mamá de Nansel—. Podría ser muy bonito tener algunas cosas bordadas en la casa.

—¡Ojalá encuentre pronto a alguien que pueda enseñarme! —dijo Nansel, ilusionada.

*

—¿Y tú, Manchi, qué habilidad tienes en mente? —preguntó su papá.

—No lo sé —respondió Manchi—. No creo que sea bueno para hacer nada.

—Eres brillante y capaz —le dijo su padre, abrazándolo—. Estoy seguro de que te irá bien. Salgamos a dar una vuelta por el pueblo para ver algunos de los muchos servicios que se ofrecen. A lo mejor alguno de los oficios en particular te llamará la atención.

Durante la caminata, Manchi y su padre se detuvieron a conversar con Oscatom, el mecánico, mientras él hacía unos arreglos en un coche. Al rato, Manchi preguntó a su papá:

—¿Crees que yo sería capaz de aprender a conducir un carruaje?

—Pues, no es muy común que digamos para alguien tan joven como tú, pero no veo por qué no. ¿Te das cuenta de que los cocheros que se comunican bien con su equipo de cutanes son los que ofrecen mejores paseos?

Manchi se puso cabizbajo.

—Es que, yo nunca aprendí a comunicarme con un cután, así que seguramente no podré aprender a ser cochero.

Su papá le sonrió.

—Estoy seguro de que encontraremos a alguien capaz de enseñarte la habilidad de conducir carruajes y además a comunicarte con el equipo de cutanes.

*

—Papá, ¿qué puedo aprender? —preguntó Tinchi, esperando que su padre le diera algún consejo.

—Siempre te ha ido bien jugando al rapibol1, Tinchi —dijo su papá—. Tal vez puedas unirte a un equipo.

—Todos los años, en la Expo organizan un campeonato de rapibol —dijo Tinchi.

—Así es, Tinchi —confirmó su papá—. Si no faltas a los entrenamientos, estarás lista para exhibir tus talentos con gran fineza en el campeonato de la exposición.

*

Pasaron los meses y las temporadas, y los cuatro alumnos estudiaron con empeño para adquirir los conocimientos académicos necesarios. Luego, después de clase y en los fines de semana, invertían tiempo a fin de capacitarse en sus nuevas habilidades.

*

—El señor Canchi, el cochero, me preguntó por qué no habías ido los dos últimos fines de semana —dijo el papá de Manchi.

—Ay, papá, es que es aburrido —respondió Manchi.

—Pero creí que querías aprender a manejar un carruaje.

—Sí, pero el Sr. Canchi solo me deja conducir mientras él también sostiene otro par de riendas —dijo Manchi—. Me dice que me va bien en el manejo del equipo, pero luego se porta como si fuese todo lo contrario.

—Manchi, estoy seguro del que el señor Canchi sabe lo que hace. ¿Lo has conversado con él?

—Dijo que está ahí para ayudar en caso de que algo salga mal. Pero ya me ha enseñado todo lo que tengo que aprender para poder manejar cutanes y conducir el carruaje. Al fin y al cabo, ya llevo cinco meses practicando con él. Creo que no confía en mí.

—Pues, si yo fuese el Sr. Canchi, me costaría confiar en un chofer que abandona las clases e interrumpe las prácticas —dijo el papá de Manchi.

—Supongo que tienes razón —admitió Manchi tras una breve pausa—. De acuerdo, papá, retomaré las clases.

*

—¡Mira, mamá! —exclamó Nansel, orgullosa—. Ya terminé la funda de almohada.

Nansel estaba muy emocionada con su diseño de un bello árbol morado en plena flor.

—Se ve precioso, contrasta perfectamente con tu cubrecama violeta —dijo su mamá—. ¿Ya has decidido lo que vas a hacer para la exposición?

—Creo que ya no haré nada más. Puedo exhibir esta funda —dijo Nansel—, con ella basta.

—Sí, es muy bonita —dijo su papá, que acababa de entrar a la habitación de Nansel—. Pero quizás podrías intentar con un nuevo diseño para mejorar tu nuevo talento.

—Aún te quedan tres meses —dijo su mamá—, y estoy segura de que si sigues practicando, podrás exponer algo aún más elaborado que te dará aún más satisfacción.

*

—Qué buen partido —dijo el papá de Tinchi—. Manejaste muy bien la pelota. El entrenador Bolín dijo que eres una excelente jugadora de rapibol, y que le encanta tenerte en el equipo.

—Papá, ¿puedes hablar con la señorita Apsel? —preguntó Tinchi—. Dice que he estado descuidando las tareas de historia y matemática que nos asignó. ¡Pero, es que no tengo tiempo para hacer tareas! Tengo que perfeccionarme en rapibol.

—Tinchi, aunque es importante que sigas mejorando en rapibol, también es importante que sigas adquiriendo conocimientos de historia y que seas buena para las matemáticas. La cuestión es hallar un buen equilibrio entre ambas cosas—, dijo su papá.

*

Rótulos:
Vajilla elaborada por la mamá de Merchi
Estantes: Merchi

—Merchi, mi porcelana se ve hermosa en los estantes que hiciste —dijo su mamá—. Muchas gracias.

—¡Creo que mis estantes serán los mejores de toda la exposición! —dijo Merchi, orgulloso.

—Son muy bonitos, Merchi— le dijo su papá—. Pero aunque no sean los mejores de la feria no me decepcionará. Estoy muy orgulloso de ti y del esfuerzo que hiciste para aprender esta nueva habilidad.

*

—Este es uno de mis días favoritos del año —le dijo el rey Bloguiano a Torhec.

—Démonos prisa, quiero visitar cada uno de los puestos de la exposición para dar ánimo a todos nuestros brillantes alumnos.

*

—¡Pero qué magníficos estantes! ¿Se puede saber quién es el creador de semejante obra de arte? —preguntó el rey Bloguiano.

—Permítanos presentarle a nuestro hijo Merchi —dijo su mamá.

—Es un honor, su majestad —dijo Merchi, inclinándose ante el rey.

—¿Y a qué se debe esa cara de circunstancias? —preguntó el rey Bloguiano.

—Es que los calificaron como estantes de segunda categoría.

—Hijo mío —dijo el rey Bloguiano—, el humilde puesto de la segunda categoría no tiene nada de malo. Has demostrado tu capacidad de trabajar la madera. Y te reto a perfeccionarte en el oficio y concursar nuevamente en la exposición del año que viene. Tu trabajo promete mucho, y es muy probable que no solo aprendas a hacer estantes de primera categoría, sino que algún día hasta seas capaz de fabricar unos gabinetes finísimos.

—¿De veras? ¡Oh, gracias, su majestad! —dijo Merchi.

*

—Vaya, vaya… ¡pero qué bonito bordado del atardecer! —dijo el rey Bloguiano—. ¿Cómo te llamas, pequeña?

—Nansel, su majestad —respondió Nansel, saludando al rey con una reverencia.

—Nansel, ¿serías tan amable de darme permiso para colgar tu hermoso trabajo en la pared de mi habitación? Por las noches cuando me voy a dormir me encantaría mirar este atardecer mientras agradezco a nuestro Creador las magníficas bendiciones que nos da cada día.

—¡Sí, qué bueno! —exclamó Nansel, encantada—. ¡Claro que sí!

Cuánto me alegro de haber trabajado duro y no haberme detenido después de mi primer trabajo, se dijo Nansel para sus adentros.

*

—Su majestad —dijo Torhec—, ya falta muy poco para la final del campeonato de rapibol. El carruaje real ya está aquí para trasladarlo.

—Torhec, ¡no iré en el carruaje real! —exclamó el rey Bloguiano—. Me he enterado de que un alumno de ocho años ha aprendido a conducir carruajes este año. Quiero que él me lleve. Ninguno de los estudiantes había aprendido antes a manejar un cután a tan corta edad. Estoy impresionado con ese chico.

—A su servicio, majestad —dijo Manchi, inclinándose ante el rey, y procediendo a abrirle la puerta del coche.

—Jovencito, me gustaría ir adelante con usted —dijo el rey Bloguiano.

—Por supuesto, su majestad —dijo el señor Canchi—, tome usted mi asiento.

Manchi se colocó humildemente en el otro asiento para iniciar la travesía ocupándose del manejo del cután. Con una sonrisa de oreja a oreja agradeció a Canchi, el cochero, por haberle enseñado a conducir tan bien.

*

—Conciudadanos de Nog —dijo el rey Bloguiano a las multitudes de nogoleses que se había reunido a ver el partido de rapibol—, antes de dar inicio al juego, quisiera que dedicáramos un fuerte aplauso a todos nuestros alumnos por sus magníficos logros.

Se escucharon vivas y hurras, y la multitud aplaudió y vitoreó a los aproximadamente tres mil estudiantes que desfilaron por el centro del estadio.

—¡Y ahora, a disfrutar de la final del torneo de rapibol!

*

—Quisiera que me presentaran a esa brillante jovencita que manejó el balón con tanta destreza —dijo el rey Bloguiano al entrenador del equipo ganador.

—Rey Bloguiano, tengo el gusto de presentarle a Tinchi —dijo Bolín, el entrenador.

—Si logras destacar en tus estudios con la misma destreza con que juegas rapibol, tendrás un gran futuro por delante —dijo el rey Bloguiano.

A Tinchi se le infló el pecho de orgullo.

—Su majestad, me da gusto poder decirle que saqué las mejores notas en matemáticas e historia. Gracias a la señorita Apsel, a mi mamá y mi papá por asegurarse de que hiciera mis tareas.

*

Torhec, hazme el honor de acompañarme en una plegaria de gratitud —dijo el rey Bloguiano esa noche en el castillo, mientras contemplaba sus dominios con los ojos llenos de lágrimas—. Me siento muy agradecido por las magníficas perspectivas para el futuro de Nog.


1
Rapibol: Es un deporte que se practica en Nog, muy parecido a nuestro fútbol.

Texto: Christi S. Lynch. Ilustración: Jan McRae. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2021
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Etiquetas: relatos para niños, excelencia, perseverancia, técnicas de estudio