Rincón de las maravillas
El Sr. Roberto y el Jumbo
miércoles, enero 4, 2023

Hace unos años, en la pequeña localidad de Chester, vivía el Sr. Roberto en su parcela de terreno. A él le encantaba hacer de chatarrero, y salía a recoger todo tipo de pedazos y fragmentos de metal que la gente desechaba. Con el tiempo, el Sr. Roberto acumuló una considerable cantidad de materiales. Su esposa solía comentar: «¡El Sr. Roberto tiene un montón de trastos!»

Las personas acudían de todas partes cuando necesitaban una pieza de metal para arreglar su auto, la lavadora, la verja, un arado, o cualquier cosa que precisara reparación. El Sr. Roberto revisaba en toda su acumulación en busca de lo que necesitaba la persona, y si lo encontraba, se lo vendía a un precio asequible.

Su esposa decía que la parcela llena de trastos del Sr. Roberto era una chatarrería. Incluso hizo un gran letrero para que él lo colocara a la entrada del terreno que decía así: «Chatarrería: Aquí encontrará todas las piezas y trozos de metal que necesite.»

Un día, en la radio local anunciaron que se aproximaba a la ciudad de Chester una enorme tormenta proveniente del mar. En la ciudad, los repartidores de periódico mientras vendían el ejemplar más reciente, anunciaban a voces: «¡Se aproxima un huracán!» Los meteorólogos calculaban que iba a ser la mayor tormenta que hubiera azotado nunca Chester, y que no había forma humana de evitarlo.

Las autoridades locales advirtieron a todo el mundo que cerrara bien sus casas y negocios y se mudaran lejos de la tormenta que se aproximaba. Los habitantes de Chester obedecieron con celeridad el aviso y cerraron y aseguraron bien sus casas. Bajaron persianas y clavaron tablones de madera sobre las ventanas desprotegidas. Se llevaron consigo sus perros, gatos, cabras, ovejas, pollos, patos, conejos, caballos y vacas y se mudaron tierra adentro lejos de la costa donde se asentaba su ciudad, y donde azotaría el huracán. Todos sus habitantes se mudaron. Todos excepto el Sr. Roberto.

Al Sr. Roberto le encantaban los pedazos y fragmentos de metal que acumulaba en su terreno. No quería irse. Había invertido toda su vida en esa chatarrería. Si podía, quería salvarla. Y se metió debajo del pedazo más grande de metal que encontró. Estaba seguro de que estaría a salvo.

De repente, la tormenta se desató sobre la pequeña ciudad costera de Chester. El potente vendaval sopló y destruyó casas y garajes, convirtiéndolos en pedazos que desaparecieron.

El Sr. Roberto podía escuchar cómo se aproximaba el vendaval a su chatarrería. Oía cómo golpeteaba la lluvia sus preciados pedazos de metal. ¡Y luego la fuerza de la tormenta golpeó con toda su furia sobre su parcela!

Por todas partes volaban enormes trozos de metal, así como pequeños fragmentos metálicos. Decenas de miles de pedazos grandes y pequeños, se arremolinaban en los vientos que vomitaba la tormenta aplastando y golpeando, zumbando y raspando todo a su paso. Y luego, de repente, ¡la tormenta se detuvo!

El Sr. Roberto había intentado esconderse debajo de la pieza más grande de metal de su terreno. Pero no sirvió de nada. Él también había sido arrastrado por el violento vendaval. Y aun así, cuando el viento se detuvo y el Sr. Roberto abrió los ojos quedó atónito. Estaba sentado en la cabina de un gigantesco avión Jumbo.

Ya no estaban dispersos los pedazos y fragmentos de metal por todo el terreno. Los fuertes vientos de la tormenta se habían juntado formando un avión Jumbo listo para despegar. Cuando los habitantes de Chester regresaron al pueblo, todos aplaudieron y vitorearon. ¡El Sr. Roberto era un héroe! ¡Hurra!

Pero, no, niños, ¡eso no fue lo que pasó en realidad! Todos los vientos y lluvia de una enorme tormenta como un huracán o un tornado jamás podrían unir las miles de piezas de metal de una chatarrería y convertirlas en un enorme avión Jumbo listo para despegar. Un enorme Jumbo precisa de habilidad, de mucho esfuerzo, y cantidad de planeamiento y comprobaciones para funcionar correctamente. Se precisan muchas personas inteligentes y expertos cualificados trabajando en equipo para unir adecuadamente todas las piezas apropiadas en su lugar exacto para construir un avión Jumbo. Hasta el más mínimo error imposibilitaría que el avión volara o causaría que se estrellara en mitad del vuelo. Los ingenieros y constructores necesitan ser muy diligentes al construir y ensamblar correctamente dicho aparato.

Cuando observamos algo tan complicado como un avión Jumbo, sabemos que personas inteligentes con mentes inteligentes tuvieron que planear cuidadosamente todos los detalles. Tu cuerpo está formado por miles de diminutas piezas llamadas células. En tu cuerpo hay aproximadamente unos 37 trillones de células. ¡Eso son muchas células! Es mucho más que las decenas de miles de pedacitos y piezas de metal que el Sr. Roberto poseía en su chatarrería.

Dentro de cada célula existe un minúsculo programa que contiene todos los planes sobre cómo reparar tu cuerpo y mantenerlo funcionando apropiadamente. Ese diminuto programa se conoce como molécula de ADN. ¿Sabías que cada molécula de ADN es mucho más compleja que un avión Jumbo o incluso muchos aviones Jumbo juntos?

Es más, un científico calculó que existe tanta información en la molécula de ADN, que si toda la información de ADN que cabe en una cabeza de alfiler se pusiera en forma de libro, y dichos libros se amontonaran uno encima de otro, el montón alcanzaría a ir y volver de la Tierra a la luna más de 250 veces. ¡Eso es cantidad de información, y muchísima lectura! O si formáramos con los libros una cadena que rodeara la Tierra, esa cadena daría la vuelta al mundo cinco mil veces1. ¡Esos son muchísimos libros!

Al igual que una tormenta que pase sobre una chatarrería no puede crear un avión Jumbo, la molécula de ADN de nuestras células jamás se habría formado por accidente. El famoso astrónomo y matemático británico, Sir Frederick Hoyle, expresó que matemáticamente la molécula de ADN nunca se pudo formar por casualidad. Es sencillamente demasiado compleja, incluso aunque contara con miles de millones de años para que ocurriera.

Estamos de acuerdo con las palabras del rey David, el famoso rey de Israel de hace unos 3.000 años, cuando dijo: «¡Te alabo porque soy una creación admirable!» (Salmo 139:14; NVI.) ¿Le das gracias a Dios por la forma tan maravillosa en que te ha creado?


Nota a pie de página:

1 http://mevakeshlev.blogspot.com/2016/07/dna-wow.html

Texto: Dennis Edwards, basado en los escritos de Sir Frederick Hoyle. Diseño: Marsha Kallen.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2023.
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Etiquetas: relatos para niños, creación