Rincón de las maravillas
Jesús: Dios y hombre en Su totalidad
miércoles, diciembre 9, 2020

Desde el mismo principio, Jesús, como la Palabra, ha sido siempre parte de Dios.

«Antes de que todo comenzara, ya existía aquel que es la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Cuando Dios creó todas las cosas, allí estaba la Palabra. Todo fue creado por la Palabra, y sin la Palabra nada se hizo.» (Juan 1:1-3, TLA.)

Cuando Jesús, el Hijo de Dios, llegó a la Tierra en la forma de un bebé, se volvió humano en Su totalidad. Sin embargo, aunque era del todo humano, también continuó siendo Dios.

«Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de nosotros» (Juan 1:14, TLA).

Jesús llegó a nosotros en un cuerpo humano: nació como un bebé, creció hasta ser niño y finalmente se convirtió en un hombre adulto.

El ángel le dijo al pastor: «Lo reconocerán porque está durmiendo en un pesebre, envuelto en pañales» (Lucas 2:12, TLA).

«Cuando Jesús cumplió doce años, los acompañó a Jerusalén» (Lucas 2:42, TLA). (El relato entero se encuentra en Lucas 2:41-52.)

La mayoría de los relatos de la vida de Jesús en la Biblia se centran en eventos durante Su vida adulta y el tiempo que pasó enseñando a Sus discípulos.

Jesús tuvo las mismas necesidades que tú y yo. Por ejemplo, sentía hambre y sueño.

«Muy de mañana, Jesús fue otra vez a la ciudad de Jerusalén. En el camino tuvo hambre.» (Mateo 21:18, TLA.)

«Jesús estaba cansado del viaje. Por eso se sentó a la orilla del pozo.» (Juan 4:6, TLA.)

Luego de la muerte y resurrección de Jesús, Él continuó siendo humano y Dios a la vez. Aunque murió hace 2000 años y no continúa recorriendo la Tierra con nosotros en Su cuerpo humano, sigue siendo humano. Y sigue siendo Dios.

Sabemos que Jesús sigue siendo humano porque, después de morir y resucitar, se les apareció a algunas de las mujeres que le seguían, y luego a algunos de Sus discípulos, ambas veces en Su cuerpo reconocible.

«Las mujeres se asustaron mucho, pero también se alegraron, y enseguida corrieron a darles la noticia a los discípulos. En eso, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se acercaron a Él, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces Jesús les dijo: “No tengan miedo. Corran a avisarles a Mis discípulos, para que vayan a Galilea; allí me verán.”» (Mateo 28:8-10, TLA.)
«En la noche de ese mismo domingo, los discípulos se reunieron en una casa. Las puertas de la casa estaban bien cerradas, porque los discípulos tenían miedo de los líderes judíos. Jesús entró, se puso en medio de ellos, y los saludó diciendo: “¡Que Dios los bendiga y les dé paz!” Después les mostró las heridas de Sus manos y de Su costado, y los discípulos se alegraron de ver al Señor.» (Juan 20:19-20, TLA.)

Esa es la maravillosa verdad sobre Jesús: que es tanto Dios como hombre. Y por toda la eternidad continuará siendo Dios y hombre en Su totalidad. Debido a ello, conoce nuestra vida y desafíos. Puede ponerse en nuestro lugar para entender nuestras necesidades y sabe cómo ayudarnos mejor.

Siempre podemos confiar en que Jesús nos comprende y que manifiesta mucho amor en los maravillosos cuidados que nos prodiga.

Texto: Evan Kallen. Ilustración: Akari Matsuoka. Diseño: Roy Evans.
Publicado por Rincón de las maravillas. © La Familia Internacional, 2020
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Etiquetas: jesús, navidad