Al cabo de muchos años, vivieron en Israel cuatro jóvenes cuyos nombres eran: Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego. Un día el rey Nabucodonosor de Babilonia y su ejército invadieron Israel y capturaron a mucha gente, entre ella a Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego; se los llevaron a todos a Babilonia.
Como eran jóvenes muy buenos, el rey decidió dejarlos trabajar dentro de su palacio. Una noche el rey tuvo un asombroso sueño, ¡pero lo olvidó! Pidió a sus sabios que adivinaran lo que había soñado, pero no pudieron. Daniel, en cambio, rezó y Dios le reveló el sueño que luego explicó al rey. El rey complacido nombró a Daniel su principal asesor.
Años después, unos hombres malos se llenaron de celos e hicieron arrojar a Daniel al foso de unos leones muy peligrosos y hambrientos. Pero, Dios envió un ángel que protegiera a Daniel y cerrara la boca de los leones para que no pudieran morderlo ni hacerle daño.
Estribillo:
Hombre valiente fue el gran Daniel.
Daniel fue valiente; Dios cuidó de él.
Verso 1:
Daniel rezó y ni siquiera temió lo que ordenó el rey.
Al Señor suplicó en oración: “¡Su sueño revélame!”
De inmediato fue ante el rey
y dijo con valor:
“Tu sueño y qué significa ya sé.
¡Dios me lo reveló!”
Repítase el estribillo
Verso 2
Daniel rezó y no lo hicieron temblar
las fauces del león.
En la fosa oró sin cesar y Dios lo protegió.
De madrugada al salir el sol,
llamó el rey: “Daniel, ¿estás ahí?”
Respondió a toda voz Daniel:
“¡Dios me guardó aquí!”
Repítase el estribillo dos veces
Daniel fue valiente… ¡valiente!
Tomado del álbum Grandes aventuras 2. Música y letra: Anónimo; co-autor: Cathy Gehr. Cantantes: A.R., Sam Halbert y Jeremy Spencer. Producción: Allan Pratt.© Aurora Production AG, 1996. Utilizado con permiso.