Este texto se basa en lo que narran los cuatro Evangelios y presenta los sucesos que ocurrieron desde el entierro de Jesús hasta Su resurrección1.
Tras la crucifixión y muerte de Jesús, un hombre rico llamado José de Arimatea pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús. Y éste le dio permiso para llevárselo.
Antes de que Jesús fuera crucificado, José de Arimatea era discípulo secreto de Jesús pues tenía miedo de los judíos. Pero después, tuvo el valor de encargarse de Su entierro.
Un fariseo llamado Nicodemo (que en una ocasión se había reunido con Jesús de noche2) trajo una mezcla de mirra y aloes para preparar el cuerpo para su entierro.
En el lugar donde Jesús fue crucificado había un huerto con un sepulcro nuevo que nunca había sido usado. Como estaba cerca, pusieron allí el cuerpo de Jesús, y tuvieron que hacerlo apresuradamente pues llegaba la hora de los preparativos de una fiesta anual judía.
Envolvieron el cuerpo de Jesús en unos lienzos con especias aromáticas, como era costumbre de preparar los cuerpos para enterrarlos.
El día antes de que Jesús fuera arrestado, se llevaba a cabo la preparación de la fiesta de los panes sin levadura. Y envió por adelantado a Juan y Pedro para buscar un lugar donde celebrar la cena de Pascua y hacer los preparativos (Marcos 14:12-17). Tras cenar con Sus discípulos, Jesús subió al Monte de los Olivos donde fue traicionado y arrestado. Al día siguiente era la preparación para el sábado de Pascua, una fiesta anual muy importante3.
Tras colocar el cuerpo de Jesús dentro del sepulcro, colocaron una enorme piedra tapando la entrada. Y estaban allí María Magdalena y la otra María.
Según el calendario judío, la Pascua comienza por la tarde con la puesta de sol y termina al día siguiente al anochecer. Se basa en el relato de la Creación, en Génesis 1. Al final de cada día, dice: «Y fue la tarde y la mañana»4.
Al día siguiente de la celebración, los principales sacerdotes y los fariseos fueron a Pilatos con una petición: «Señor, este engañador mientras estaba vivo dijo: “Al tercer día resucitaré”. Ordena que se vigile el sepulcro hasta el tercer día, no sea que Sus discípulos vengan de noche y roben el cuerpo y digan al pueblo que ha resucitado de entre los muertos. Y eso empeorará más las cosas.»
Pilatos les dijo: «Tenéis guardias. Id y asegurad el sepulcro como queráis.»
Así que sellaron la piedra que tapaba la entrada y pusieron guardias.
Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé tomaron especias dulces y se dirigieron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús.
Al amanecer del primer día de la semana se dirigieron al sepulcro.
De repente, hubo un gran terremoto, y se apareció un ángel del Señor.
El ángel vino, movió la piedra de la entrada y se sentó sobre ella. Su rostro era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Los guardias estaban tan asustados que ni podían moverse e incluso se desmayaron.
El ángel le dijo a las mujeres: «No temáis. Sé que buscáis a Jesús. No está aquí. Ha resucitado, como dijo.»
«Venid, ved el lugar donde estaba Su cuerpo. ¡E id pronto y decid a Sus discípulos que ha resucitado de los muertos! Y va delante de vosotros a Galilea, allí le veréis.»
Emocionadas, algunas de las mujeres corrieron a contárselo a los discípulos de Jesús.
Pero María Magdalena, llorando, bajó para echar un vistazo al sepulcro. Y vio dos ángeles, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde estuvo el cuerpo de Jesús.
Los ángeles le preguntaron: «¿Por qué lloras?»
Ella respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»
María se volvió y vio a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Él.
Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
María, pensando que era el hortelano dijo: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»
Jesús le dijo: «¡María!» Ella le respondió: «¡Raboni!» (que quiere decir, Maestro).
Jesús dijo: «No me toques, porque aún no he subido a Mi Padre; mas ve a Mis hermanos, y diles: Subo a Mi Padre y a vuestro Padre, a Mi Dios y a vuestro Dios.»
María Magdalena fue a decir a los discípulos que había visto al Señor, y qué Él le había dicho estas cosas.
Pedro y Juan fueron al sepulcro. Juan llegó primero pues corría más rápido que Pedro.
Juan miró dentro del sepulcro y vio los lienzos solos, pero no entró. Luego llegó Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos. El paño que había estado sobre la cabeza de Jesús estaba enrollado en un lugar aparte.
Entonces entró también Juan y vio que la tumba estaba vacía.
1 Juan 19:38-42; Juan 20:1-18, Mateo 27:55-66; Mateo 28:1-15, Marcos 15:40-47; Marcos 16:1-11 y Lucas 23:48-56; Lucas 24:1-12.
2 Juan 3:1-21
3 Juan 19:31; Lucas 23:50-56
4 Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23, 31
Diseño del modelo en papel, fotos y texto: Didier Martin.© Didier Martin, 2017. Utilizado con permiso.