Imagínate que te encuentras en una isla misteriosa. Has oído que alberga viejas ruinas y un tesoro escondido. En otras épocas fue nido de piratas que ocultaron su botín entre los restos de una compleja civilización que edificó construcciones que parecían desafiar las leyes de la gravedad.

Anhelas encontrar el tesoro oculto y desentrañar los secretos de esta antigua civilización. Para ello, es preciso estudiar y aprender su antiquísimo idioma y así descifrar las claves de un mapa que se encontró en una de las grutas. Aunque se trata de un idioma intrincado, sabes que vale la pena aprenderlo porque entonces comenzará la aventura. Serás capaz de seguir las instrucciones del mapa codificado ¡y hacer el mayor descubrimiento de tu vida! También podrás averiguar más sobre cómo esa civilización levantó esas asombrosas edificaciones —la ciencia, la astronomía y el cálculo que emplearon para construirlas— y podrás descubrir otros datos enigmáticos acerca de la isla, el pueblo que la habitó, su civilización y mucho más.

Existen tantos detalles que rodean este gran misterio que es preciso descubrirlo uno por uno. Pero nunca podrás hallar el tesoro, ni beneficiarte de sus riquezas, a menos que te sientes y dediques tiempo a estudiar ese antiguo idioma que es la clave para descubrir muchas cosas más.

Claro que también tienes otra opción: observar las olas y disfrutar del clima tropical y de la playa. Por un rato será divertido, pero muy pronto te aburrirás y querrás hallar otro desafío para tu intelecto.

La vida consiste en mucho más que eso. Existen un sin fin de tesoros ocultos en tu vida —en tu isla—, tanto en el ámbito físico como en el espiritual. Aplicarte en tus estudios te servirá para descubrirlos y beneficiarte de los espléndidos dones que Dios ha depositado en el mundo.

Cuando te esfuerzas y dedicas tiempo a tus estudios escolares y expandes tus conocimientos, te capacitas para descubrir mucho más de lo que se ve a simple vista, podrás indagar y será muy satisfactorio este reto.

La cantidad de tesoros que hallarás, ya sea en tu educación práctica o en tus conocimientos espirituales, estará en proporción directa al esfuerzo que inviertas. Y no solo eso, sino que a medida que aprendes cosas nuevas, Jesús podrá valerse más de ti y serás de mayor bendición para los demás.

Considera tus estudios como ir a la caza de un tesoro que te ayudará a disfrutar mucho más de la vida y del mundo que te rodea.

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