Cuando me hago daño o necesito que mi salud mejore, puedo pedir a Jesús que me cure. El toque sanador de Dios puede ayudarme a recuperar la salud. La Biblia dice: «Yo soy el Señor tu sanador»¹ y tengo fe de que Él responderá mi oración.

A veces me hago daño sin querer. Otras veces me hago daño al hacer cosas peligrosas o por no tener cuidado. Jesús igual me sana, pero debo actuar bien para mantenerme sano y salvo.

Cuando Jesús estaba en este mundo, las personas enfermas o heridas acudían a Él y las ayudaba a recuperarse. La fe en el poder de Dios obra la curación.

Nota a pie de página:

¹ Éxodo 15:26