Se quedó dormida y entonces soñó
que, queriendo ser más que una gata,
una pequeña gatita pensó
ser mejor una leona rugiendo feroz.

Se veía tan rara y graciosa
que mamá gata le dijo presurosa:
—Cariño, te quiere como gata el granjero.
Le gusta cómo eres, no sufras por ello.

»Suave, muy sedosa y delicada,
una mascota, no una fiera desatada.»
—Está bien —dijo Quiti—, voy a maullar
y no como la vaca mugir sin parar.

»Como un perro bravo no voy a ladrar,
ni como el sapo verde voy a saltar,
ni como el blanco corderito voy a pastar.
Ya sé quién soy con toda claridad.»

Entonces Gansita de su sueño despertó
y con gran sabiduría a sí misma comentó:
—Tuve un sueño y por ello creo adivinar
que una lección traía para mi bienestar.

»¡El granjero me quiere a mí!
No un bello pájaro cantarín
ni un brillante y colorido lorito
ni con una zanahoria un conejito.

»Él no quiere un alce marrón y grande,
me quiere a mí, ¡una gansita elegante!»